La monarquía ha sido la forma de gobierno más consolidada de toda la historia de España, habiendo sido interrumpida únicamente durante la Primera República (1873-1874), la Segunda República (1931-1939) y la dictadura de Francisco Franco (1939-1975). La monarquía española ha sido considerada en diversas ocasiones como una de las más fuertes y antiguas de toda Europa, teniendo su inicio con el matrimonio de los Reyes Católicos en el siglo XV, y habiendo llegado hasta los actuales reyes Felipe VI y Letizia Ortiz.
Pero actualmente, ¿debería haber una monarquía o una república en nuestro país?
Si entramos en contexto, la Constitución Española de 1978, recoge en su artículo 1.3 que la forma de gobierno del Estado español es la monarquía parlamentaria. En la actualidad, el Rey de España actúa como símbolo de unidad, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, representa a España en el ámbito internacional y sanciona y promulga leyes, entre otras de sus funciones.
Para comenzar —y es quizás el más relevante de los argumentos pro monárquicos— es conocido que gran parte de las mejores democracias del mundo —de hecho, casi la mitad— son monarquías parlamentarias. A su vez, la gran mayoría de las monarquías parlamentarias resultan ser democracias reales, por ejemplo, según Freedom House, «es más probable que una democracia sea de calidad si es monarquía que si es república». Se acusa también a las monarquías de ser instituciones desfasadas en el tiempo, a lo que el sociólogo español, Emilio Lamo de Espinosa, responde en un artículo para El País disertando que todas las monarquías parlamentarias figuran entre los países más modernos y avanzados del mundo en materias de derechos humanos, sanidad, educación, igualdad de género, rule of law, etcétera.
En cambio, también se argumenta en contra de la monarquía. Un motivo por el que existe el movimiento republicano en la actualidad, es debido a diversos escándalos revelados a lo largo de los últimos años y que han sido protagonizados por miembros de la familia real, planteándose así, si la Corona está cumpliendo correctamente sus funciones. Además, los republicanos argumentan que la monarquía es antidemocrática al no ser el pueblo quien elija al jefe del Estado, sino que recaiga en una mera cuestión de sucesión y herencia por consanguinidad. Por otro lado, un argumento antimonárquico muy común —quizás el más utilizado por los políticos de ideales republicanos— es que la institución monárquica actual de nuestro país tiene un trasfondo fascista, debido a que Don Juan Carlos I de Borbón llegó a reinar en España satisfaciendo el deseo de Francisco Franco. El dictador ya quería al entonces Príncipe de España, que no de Asturias, desde que conoció su estado —muy negativo— de salud, como su futuro sucesor.
Decía Charles Maurice de Talleyrand que una monarquía debía estar gobernada por demócratas y una república por aristócratas. Utilizando esta frase como la representación de las dos posturas posibles ante esta pregunta, monarquía o república, invito a reflexionar sobre cuál es la forma de gobierno que queremos para el país.
Así pues, el debate está servido.