“Miedo”, “perdidas”, “escasez”, son algunas de las palabras que más tienen en mente el sector primario a día de hoy con la situación actual de España, es obvio que la subida de los precios, la inflación y la inestabilidad económica está pasando factura a toda la población, pero debemos de ser conscientes de que está pasando en este sector sobre el cual cimentamos toda nuestra sociedad y en si se está haciendo todo lo posible por ayudarles.
Este sector cuenta a día de hoy con ayudas y subvenciones gracias a la Política Agraria Común de la Unión Europea (PAC), además de ayudas directas en materia de carburantes y fertilizantes y la rebaja del IVA en alimentos básicos, medidas muy necesarias, pero insuficientes y un mero parche que no responde a lo que vive el sector.
Estas medidas son insuficientes puesto que la nueva normativa de la PAC, implica cambios muy importantes para agricultores y ganaderos que tendrán que cambiar el modelo productivo por uno con unas mayores condiciones medioambientales y de bienestar animal, lo cual conllevará nuevas inversiones no productivas para este sector. Esta nueva PAC se ha convertido en un entramado de burocracia cada vez más complejo que dificulta la obtención de estas ayudas, en la cual Europa nos hace cumplir unas reglas que en otros sitios no se llevan a cabo, y nos dejan en inferioridad de condiciones, perdiendo poder competitivo respecto a terceros países.
Es obvia la ayuda que ofrece el Gobierno manteniendo el descuento en el combustible para varios sectores, entre ellos el agrario, pero sigue siendo una ayuda temporal, mientras el sector sigue insistiendo en la necesidad de un gasóleo agrícola profesional con la mínima fiscalidad posible.
Con respecto a la reducción del IVA de los alimentos, el Gobierno se ha quedado en la superficie y ha puesto un parche, muy vendible a los medios de comunicación, pero que, si bien es positivo a priori para los consumidores, no actúa sobre uno de los principales problemas de esta subida de precios, que es el incremento de los costes de producción en el sector agrario. Aumento de precios que, por otra parte, no se ve reflejado en las ganancias del productor, lo cual pone de manifiesto otro gran problema en La Ley de Cadena Agroalimentaria, puesto que cada vez más vemos la enorme diferencia de precio que existe entre lo que percibe el productor y lo que paga el consumidor, siendo los intermediario los mayores beneficiarios, por lo que es urgente una mejora de la Ley de la Cadena Agroalimentaria con el fin de corregir estas deficiencias que perjudican gravemente tanto a productores como a consumidores.
Tras lo expuesto, ¿estamos haciendo todo lo posible por ayudar a este sector y al propio ciudadano o nos estamos quedando en la superficie del problema?
Así pues, el debate está servido.