Hispanoamérica: ¿Genocidio o Prosperidad?

El artículo de opinión de hoy no se queda atrás... Rocío Morales Espejo, estudiante de Primero de bachillerato en San Estanislao de Kostka y debatiente escolar en el mismo, de la mano de Cánovas Fundación, nos propone esta magnífica cuestión que pone el broche final a un curso de artículos más que interesantes. ¿Qué opinas tú?
América Latina, extremo americano de Occidente…

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que era imposible comer unas simples patatas fritas, beber un vaso de gazpacho o comer palomitas de maíz, sencillamente porque los principales productos de estos platos tan arraigados a nuestras costumbres como son la patata, el tomate o el maíz, no existían, hasta que llegaron a Europa desde un remoto lugar conocido como “Las Indias”, hoy llamado América y donde he tenido la suerte de vivir algunos años de mi vida.

Mis primeros recuerdos de la ciudad de Lima, en Perú, entremezclan la doble sensación de haberme sentido en un lugar lejano, pero al mismo tiempo muy cercano y de alguna manera, ya conocido por mí. Como si ya hubiese estado antes.

Esta vivencia me dio la oportunidad de ir conociendo de primera mano la cultura y costumbres de Perú y la historia común con España.

No obstante, comenzó para mí ser habitual oír hablar en el colegio de aquellos españoles que llegaron, tan sólo, para derramar sangre y oprimir a los indígenas, generándome dudas y preguntas acerca de esta triste historia.

Era completamente normal, cuando alguien se refería al descubrimiento o la conquista de América, hablar de la barbarie española, del genocidio llevado a cabo y del oro y la plata que saquearon de las montañas andinas.

Aún recuerdo, vivamente, una reunión que hacíamos semanalmente en el colegio y que llamábamos “asamblea”, en la que una profesora afirmó que aquellos primeros españoles que llegaron a América eran al mismo tiempo sus antepasados y sus enemigos, debido a todo aquello que hicieron siglos atrás. Aquella afirmación me impactó y se quedó en mí durante algún tiempo. Podríamos decir que me marcó.

Sin embargo, con el paso del tiempo, comencé a darme cuenta de que esa historia que contaban con tanta naturalidad carecía de sentido. Sencillamente no encajaba. Pasear por el centro histórico de Cuzco era literalmente como pasear por Córdoba. Visitar la catedral de Lima o ver la plaza de toros de Acho, era como estar en Sevilla o en Ronda. Poder contemplar al Señor de los Milagros era como trasladarme a la Semana Santa de cualquier lugar de España y todo ello, rodeada de personas con otro color de piel y rasgos étnicos muy distintos a los míos.

Sinceramente, si los antiguos españoles trataron de exterminar a los indígenas como tantas veces había oído, o bien lo hicieron rematadamente mal o sencillamente no podía ser cierto.

En mi opinión, si llegar a la Luna fue algo excepcional y como diría Armstrong fue “un pequeño paso para el hombre; un gran salto para la humanidad”, la llegada de tres pequeñas embarcaciones a la isla, bautizada por Cristóbal Colón, como San Salvador, el 12 de octubre de 1492, marcó “un antes y un después” para la humanidad.

Vivir en la “América española”, me ha permitido abrir la mente y tener una perspectiva más amplia de la historia. Por esta razón, al regresar a España, me sorprendió oír multitud de comentarios que mostraban un profundo desconocimiento sobre su realidad histórica y cultural.

No obstante, la Historia se sitúa en una escala de grises. No es blanca o negra y no contempla razones absolutas, lo que me permite plantear la siguiente pregunta:

¿Fue la conquista española de América un genocidio y un saqueo de los recursos naturales de este continente, o, por el contrario, fue un proceso de armonización integrando a los indígenas en la corona española trayéndoles prosperidad?

Así pues, el debate está servido.

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