¿Es suficiente nuestra implicación en el acoso escolar?

No es solo participar, sino también tolerar, ser un simple espectador. Rodrigo Soriano Palomo trae el cada vez más frecuente bullying a debate. ¿Estamos haciendo todo lo posible para frenarlo?
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Imagina por un segundo que vuelves a tener doce años. Imagina que vuelves a ir al colegio todos los días, al mismo al que ibas hace años. Imagina que vuelves a ver a todos tus compañeros y amigos, cada día durante seis horas y media. Por lo general lo que te viene a la mente es un recuerdo agradable, ¿no?
Ahora imagina que cada vez que llegas tienes que ir corriendo a clase deseando no encontrarte con nadie. Imagina que durante la clase llegan a tu escritorio y tu pelo bolitas de papel escupidas. Imagina que tienes que mantenerte en silencio y lejos del resto de niños. Imagina que el mismo grupo de personas decide que vales más como chiste que como ser humano día tras día.
Esto es lo que siente cada día una víctima de acoso escolar.
Cuando te hablan del tema lo ves lejano, fuera de la norma, porque es más agradable pensar que se trata de casos aislados y restarle importancia. De pronto entonces te da por abrir un periódico y lees el titular: “El ‘bullying’ aumenta un 240% en los dos últimos años”. Con cierta molestia cierras la página y piensas que están exagerando para vender la noticia dramática. Sin embargo, ese resquicio de duda te mueve a abrir de nuevo el buscador, tras 10 segundos encuentras otro titular: “Lucía, la niña de 13 años que se suicidó tras sufrir acoso escolar: ‘Mamá, no puedo más’”. En ese momento te das cuenta de que el problema existe.
Si el problema existe tiene que haber una solución, pero ¿cuál? Se trata de un problema social, ya que los elementos que lo causan son personas con la intención de mofarse o simplemente de humillar a otro estudiante que, generalmente, se establece en un rol “débil”. Basta entonces con corregir ese comportamiento y problema solucionado. Pero claro, de la teoría a la práctica hay un mundo. Las campañas de concienciación entran el juego, ya que el gobierno no se va a quedar observando como la cifra de acosados crece y crece, aunque estas tienen un efecto curioso. Generan denuncias relacionadas con el acoso escolar, pero no disminuyen el acoso.
No lo hacen por un simple motivo. No llegan al acosador. La persona que sufre la agresión lo ve como algo terrible, porque sabe que no se lo merece. La persona que lo ejerce no tiene una visión de que lo que haga es negativo. Asume que tiene la capacidad de acosar, que ese poder es suyo. No puedes crear una campaña de concienciación que cambie una idea de ese tipo si se ha asentado hasta el punto de normalizarlo como uno de sus comportamientos rutinarios.Podemos entonces caer en la idea de lo correcto es victimizar al acosado. Me explico. Asumimos que no podemos cambiar la mentalidad de un acosador escolar, porque ese ideario ya está asentado y es difícil de corregir. Buscamos entonces poner un parche, es decir, darle al acosado todos los medios para denunciar a su agresor, haciéndole asumir la condición de víctima. Y funciona, hasta que deja de hacerlo. Hasta que el agresor se da cuenta de que puede jugar con la voluntad de la persona a la que acosa con una simple amenaza, y toda una campaña de concienciación cae con la frase: “Como digas algo te destrozo”.
¿Existe entonces alguna solución que pueda parar esa situación? Si. Tú. Y yo. Y todos los que presenciamos cualquier agresión de este tipo y nos quedamos parados, que miramos hacia otro lado y que nos quedamos en los niños son así, mientras que ahogamos las alarmas de nuestra conciencia en los miedos de qué nos puede ocurrir si intervenimos. Tenemos que hacerlo, porque únicamente cuando consigamos que el apoyo de un acosador se reduzca a sus ideas, conseguiremos que pare. Se necesita entonces una concienciación social absoluta, por lo que nunca una solución tan sencilla fue tan compleja de realizar.
No voy a resolver un fenómeno con un artículo de opinión, pero si voy a serviros el debate.
Asume que una parte de la situación pasará por ti. Hazlo parar.

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