En numerosas ocasiones, se ha dicho que nuestra generación, pese a ser la más preparada por su alta formación, no lo está para afrontar los retos que nos esperan el día de mañana.
Sin ir más lejos, una vez terminemos nuestra etapa estudiantil, entraremos de lleno en un mercado laboral donde se nos exige que tengamos una serie de cualificaciones y una experiencia laboral duradera para poder tener nuestro primer empleo digno. Esto conlleva que muchos de nosotros optemos por presentarnos a unas oposiciones y garantizarnos cierta estabilidad económica y laboral, lo cual retrasa nuestra incorporación al mercado laboral e incluso nuestra independencia o la formación de nuestras propias familias.
Esta circunstancia es, para algunas personas, una excusa perfecta para estigmatizar a la población juvenil, bajo el pretexto de que, mientras no estamos trabajando, vamos de fiesta en fiesta sin hacer nada (al menos de forma visible) por nuestro futuro. De esta forma, se invisibiliza el esfuerzo físico y mental que conlleva presentarse unas oposiciones, además de la gran cuantía de dinero que deben soportar nuestros familiares por ello.
Estos estigmas con los que cargamos la juventud son un claro síntoma de que es mucho más fácil criticarnos que exigir que nos den mejores oportunidades con las que poder afrontar de una forma más fácil nuestra vida post-estudiantil. Sin embargo, los jóvenes estamos empezando a interiorizar que o somos nosotros quienes luchamos por lo nuestro o nada cambiará, dejando a un lado el ‘ahora no os toca’ por el ‘llegó nuestro momento’.
Por ello, somos los jóvenes quienes conseguimos que se hable de grandes retos que tenemos en la actualidad, y somos de los primeros en movilizarnos para luchar por ello. Un claro ejemplo pueden ser los «Fridays for Future», donde jóvenes y adolescentes, mediante movilizaciones, propuestas y huelgas, hemos puesto en un primer plano los problemas medioambientales a causa del Cambio Climático. También, somos los primeros en salir en defensa de quienes sufren cualquier injusticia, suceda donde suceda. Gracias en gran parte a nuestro alto conocimiento en redes sociales, somos capaces de movilizar a una gran cantidad de jóvenes en pro de ciertos colectivos o en campañas sociales para ayudar a las personas que lo necesitan.
E incluso nosotros, quienes formamos parte de un Aula de Debate o quienes están en órganos de representación estudiantil y/o juvenil, demostramos que tenemos una actitud diferente con los retos del mañana. Sin darnos cuenta, estamos rompiendo con el típico perfil de joven universitario que solo iba a la universidad a estudiar y luego salía de fiesta los jueves. Ahora ponemos encima de la mesa que hay otra forma de vivir la etapa universitaria y la vida juvenil, ampliando nuestro conocimiento y desarrollando otras habilidades muy necesarias en la actualidad.
Queda todavía mucho por hacer, pero estoy convencido de que, si los jóvenes seguimos en esta senda, podremos conseguir que se nos tenga en cuenta y mejoren nuestras oportunidades.
Así pues, el debate está servido.