¿Es posible una Guerra Justa?

Analizar un conflicto bélico no es fácil, pues cualquier justificación sobrepasa el límite entre lo moral y lo justo. ¿Es posible combinarlas de tal forma que hablemos de una guerra justa? A ello se refiere Javier Ruiz Riquelme, Presidente de la Sociedad de Miembros del Aula de Debate UCO.
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En las tierras altas de Papúa Nueva Guinea las tribus maring van a la guerra. Así lo han decidido sus sabios. Entre las dos tribus acuerdan dónde tendrá lugar la batalla. Los guerreros luchan encarnizadamente, pero ante la primera muerte paran en seco y vuelven con sus sabios para decidir si merece la pena seguir luchando mañana… ¿Es posible que esta guerra, ordenada y pactada, sea un ejemplo a seguir? ¿Podemos convertir el acto de la muerte en algo regido por principios y valores?

Reflexionar sobre la guerra es hacerlo sobre la última alternativa, sobre cuando todo lo bueno de la humanidad no es capaz de solucionar un problema. Intentar conjugar esto con valores elevados, como la justicia, se convierte entonces en un ejercicio de profundo análisis sobre cómo funciona un conflicto armado y nosotros mismos en estas crisis.

Desde Cicerón a Rawls se ha hablado del ius ad bellumius in bellum e ius post bellum: justificación, desarrollo y desenlace de la guerra. Siguiendo estos tres conceptos me gustaría que nos paráramos a pensar: ¿cómo tomamos las decisiones en la guerra? ¿Qué nos mueve a seguir unos valores elevados, justicia, frente a guiarnos por lo más pasional de nosotros mismos?

Entrar en qué causas son justas o no ya produce un fuerte debate. La lucha por los recursos, la autodefensa, defender los derechos humanos, o incluso la ignorancia que plantea San Agustín, son algunas de las causas que podríamos considerar justas. Pero sea cual sea su motivo, cuando se da la guerra es fundamental convencer al pueblo. Y a lo largo de la historia el miedo, el odio y el patriotismo (amor a lo propio) han sido las principales herramientas para conseguir este objetivo. Esto no es de extrañar, ya que nada une más que un enemigo común.

Este odio, y este amor por lo propio, justifican la victoria por encima de todo, incluso de actos, que con la mente fría, nos parecerían a todas luces injustos. Es decir, aun cuando los fines pueden ser justos, las herramientas para convencer y preparar a la nación para la guerra dificultan que se respete la justicia.

Por otra parte, en el transcurso de la guerra, incluso en casos curiosos y a simple vista bastante justos, como los maring, hay una cuestión que no podemos olvidar: muere gente a la que se quiere. Desde el compañero de armas a un familiar, nunca estamos preparados del todo para la pérdida. Es muy difícil no deshumanizar al contrario y mantenernos justos cuando nos han hecho tanto daño. Deja de ser una persona para ser “el enemigo”. Aún así existen casos históricos que nos hacen ver a gente capaz de sobreponerse al odio, como la famosa noche de Navidad en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, donde por una noche las tropas dejaron de ser enemigos, o el emocionante “no tendréis mi odio” ante los atentados terroristas en París.
Y quizás la pregunta más importante de todas: ¿somos capaces de juzgar imparcialmente, de perdonar y entender, cuando termina una guerra? Son tres cosas que no se le han dado muy bien a la humanidad y siguen siendo el origen de grandes problemas en el mundo. Las heridas abiertas que se provocan hacen que no sepamos cuándo acaban los efectos de las guerras, ni si estás van a reaparecer. Cuando los maring terminen su batalla, ¿sus nuevas generaciones no querrán vengarse?
Por mucho que busquemos la justicia seguimos siendo humanos. Dentro de la guerra, esta “última alternativa”, desde su justificación hasta su desenlace, se hace muy difícil mantenerlo mejor de nosotros mismos.¿Llegará el día en que seamos capaces de controlar todo lo que nos hace ser injustos?

Y si nuestra sociedad fuese capaz de conseguir esto, ¿seguirían acaso apareciendo guerras?¿Cuántas muertes harán falta en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea para que los maring dejen de luchar?

Así pues, el debate está servido.

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