En los institutos de educación secundaria española son habituales los comentarios como “vaya maricón” o “marimacho” o frases hechas como “eres una nenaza”. La mayoría de las veces no se hacen con maldad, sino para llamar la atención o hacer gracia. Pero hay quien piensa que, independientemente de si la intención es mala o no, son una influencia negativa en el entorno escolar y generan homofobia en los menores.
Como alumno de la ESO he sido testigo en muchas ocasiones de estos comentarios y de la reacción del resto de los alumnos. La mayoría de las veces se dejan pasar, pero cuando un compañero interviene y pide que no se use ese lenguaje surge un debate. Algunos piensan que estos comentarios no son adecuados y otros defienden a quien los realiza. Estos últimos suelen alegar que solo son bromas sin mayor importancia, que no conllevan maldad, y que no deberían malinterpretarse como una ofensa hacia el colectivo LGTBIQ+.
El problema llega cuando en niños de primaria se empiezan a escuchar estas afirmaciones y comentarios despectivos que repiten lo que han escuchado de los más mayores. A estas edades ni siquiera les han hablado en el colegio de la homosexualidad y no entienden el simbolismo ni las situaciones de estos colectivos. Hasta puede que estas referencias en forma de insulto sean de los primeros contactos con el mundo LGTBIQ+. Esto hace que los niños relacionen la homosexualidad con algo negativo, lo que puede dar lugar a que muchos desarrollen ideas homófobas al llegar a la vida adulta, y todo por unas cuantas “bromas inofensivas”.
Si nuestro objetivo es la aceptación del colectivo LGTBIQ+, debemos centrarnos en erradicar la homofobia en los colegios, ya que a medio y largo plazo serán las ideas de los jóvenes las que nos definan como sociedad. Seguro que alguna vez has escuchado que los niños son como esponjas, que absorben conceptos a gran velocidad y que serán estos los que marcarán sus ideas una vez sean adultos. Por este motivo cualquier atisbo de homofobia en los colegios supone la perpetuación de comportamientos despectivos que dejan de lado las luchas del colectivo.
Sin embargo, hay quien afirma que la homofobia escolar no es significativa, porque quien realiza estas ofensas en el fondo sí respeta al colectivo LGTBIQ+, y que, si se les impide decir esos comentarios que ellos toman como bromas, se les está censurando y privando de su libertad de expresión.
Es curioso ver cómo chocan los derechos y las libertades de unos y de otros, pero hemos de afrontar la situación con perspectiva y tratar de velar por un bien mayor: acabar con la homofobia. De este modo, ¿Es el rechazo de estos comportamientos desde la infancia la mejor herramienta?
Así pues, el debate está servido.