Reconstruyendo narrativas: el desafío demócrata para unir a EE.UU.

Javier Jiménez Kane, graduado en Ciencias Políticas por la Academia Naval de Estado Unidos nos ofrece este interesantísimo análisis. ¡Te va a encantar!
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Mientras permanezco sentado ligeramente incómodo, pero erguido, en este autobús rumbo a Nuevo México, voy ganando perspectiva. Mis compañeros de viaje en silencio, la meseta texana cubierta por un cielo azul y las carreteras llenas de polvo que se pierden en el horizonte crean el ambiente propicio para que mi mente divague. Se aprecian extracciones petroleras dispersas por el paisaje, pequeñas casas rurales de una sola planta rodeadas por todo tipo de maquinaria oxidada y sistemas de irrigación congelados. Sé perfectamente por quién votaron estas personas en las últimas elecciones: Trump.

Cada mañana comienzo leyendo los titulares del New York Times; entre tres y cuatro artículos, dependiendo de la novedad o de mi interés personal. No puedo leer sobre la guerra en Gaza todos los días, ni sobre cómo la Administración actual está desmantelando el gobierno federal, o sobre los caprichos económicos a los que estamos sometidos semanalmente. Podría resultar deprimente. Por eso, generalmente disfruto leyendo acerca de los cambios profundos que se desarrollan lentamente en nuestro país. Busco entender, darle sentido al mundo en el que vivo. ¿No hacemos todos lo mismo?

Las perforadoras de petróleo me recuerdan el aumento en las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado (sé que no es exactamente lo mismo, pero es suficientemente cercano). Las caravanas en ruinas me llevan a pensar en el artículo de The Atlantic, «Cómo los progresistas congelaron el sueño americano». La maquinaria agrícola me trae a la mente la guerra en Ucrania por la disminución de sus exportaciones agrarias, y mis compañeros de viaje me hacen pensar en la amenaza latente que representa China y su reclamo sobre el Mar de China Meridional. Conexiones, vínculos, hilos conductores, causas y efectos son fáciles de identificar; solo se necesita estar informado y tener perspectiva.

Muchos columnistas de opinión vinculan la victoria del presidente Trump al completo fracaso de la narrativa de los demócratas. No tengo opiniones sólidas sobre los rápidos cambios en las normas culturales que hemos vivido en las últimas dos décadas. Sí me importa profundamente que se respete el Estado de Derecho. Sé que nuestra economía debe hacer un mejor trabajo ayudando al estadounidense de a pie, como aquellos que veo ahora mismo por la ventanilla del autobús. ¿Son buenos los aranceles? ¿Son malos? El caos cíclico es perjudicial. Busco una resolución pacífica para la guerra en Ucrania y el conflicto en Gaza; no apoyo la ruptura de nuestras alianzas internacionales. ¿Qué cambiará la actitud del votante estadounidense para reducir su apoyo a Trump y su movimiento? No lo sé.

El sistema bipartidista americano exige que el partido contrario presente una oposición enérgica y sólida; sólo así se puede avanzar. Hasta ahora, no veo alternativa viable. La gente, es decir, los votantes (lo que realmente se necesita para gobernar), vota por instinto. Espero que esto no sorprenda a nadie. Los políticos construyen una narrativa, como una especie de relato, para apelar a las emociones del votante y asegurar su voto. Luego implementan políticas como parte de esa narrativa. Precisamente aquí radica la discrepancia que permitió a Trump ganar en 2024. Los demócratas carecen de una política que sostenga su discurso, y su silencio es revelador. Es hora de cambiar la narrativa (dado que, de momento, no pueden cambiar realmente las políticas).

Volviendo a mi viaje en autobús: ¿qué narrativa podrá unir los gustos sencillos y un estilo de vida austero de los agricultores con la vida más sofisticada y cosmopolita de quienes viven en las ciudades? Si los demócratas quieren ganar, necesitan una historia que le hable a Estados Unidos entero, no solo a Nueva York o California (incluso estas supuestas «fortalezas» comienzan a tambalearse). Una narrativa que reconcilie ciudad y campo: regresar a lo básico. ¿El primer paso? Defender la Constitución.

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