Buenas César, ¿Cómo y cuándo entraste al mundo del debate?
Estando en primero de carrera me apunté a uno de los cursos de comunicación que ofrece la universidad, organizado por Paco Valiente. Me escuchó en una de las sesiones debatiendo acaloradamente con otro de los participantes y me invitó a conocer el club, a lo que accedí encantado.
Mi primer torneo fue en 2016 el torneo académico de la Universidad de Murcia y mi segundo torneo y primer BP el que organizó la UCAM en 2017.
¿Cambiarías algo de este mundo? Si es así, ¿el qué?
Hay muchas cosas que no me gustan del mundo del debate, pero realmente sólo cambiaría una: la admiración por lo anglosajón.
Tuve la suerte de participar en WUDC Capetown 2019 con mi gran amigo Luís Belzuz y habiéndome asomado a ese circuito podemos aprender muchas cosas, pero no deberíamos olvidar las nuestras.
Me refiero, específicamente, a la coherencia lógica, la pluralidad ideológica y la capacidad de abstracción. Veo a muchos debatientes brillantes fascinarse con todo lo que hacen los participantes del circuito internacional porque según los criterios del propio circuito internacional está mejor hecho que lo que hacemos en España, y en mi tal vez breve experiencia, el circuito internacional adolece de muchas flaquezas.
Poner muchos ejemplos no es profundidad de análisis, explicar las más sangrantes obviedades no es ser sofisticado y se debe poder poner en cuestión cualquier dogma político. En definitiva, y citando el chascarrillo de Antonio De La Cruz, “odio eterno al debate moderno”.
¿Cuál considerarías que es tu mayor logro en él? ¿Qué es lo que te gustaría haber conseguido que no has podido?
Competitivamente sin duda mi mayor logro es ganar junto a Álvaro Salazar el II BP Summer. El nivel de la competición fue extraordinariamente alto, participaron muchos debatientes sin duda mejores y más preparados que nosotros, pero tuvimos mucha suerte, inspiración e hicimos lo que siempre hacíamos: lanzarnos a por todas y centrarnos exclusivamente en lo que teníamos que hacer para ganar.
Lo que no he logrado y me habría gustado es evidentemente ganar un CMUDE. He hecho mis paces con ello, pero es el objetivo por antonomasia de todo debatiente español.
¿Qué prefieres, académico o BP?
Con tres o cuatro torneos de BP por cada torneo académico a mis espaldas, no reconocer que prefiero el BP sería mentir.
El BP es, para mí, gimnasia intelectual. Lo encuentro muy divertido porque te fuerza a ser creativo, estar muy atento a todos los detalles y te motiva a leer mucho y ser más culto. Además, puedes llevar uno o dos “hard-cases” (casos extremos o complicados, un “all-in”) por torneo sin perjudicar mucho el resultado, lo cual es siempre divertido.
Sin embargo, es cierto que con el paso del tiempo voy apreciando más el formato académico y lo que te aporta. Recomendaría a todos los debatientes explorar ambos formatos sin prejuicios.
Cuéntanos, en resumen, tu experiencia en el mundial del debate, aunque ya más o menos nos hacemos a la idea un poco.
La historia de CMUDE Chile 2018 narrativamente estaría a medio camino entre la épica y la tragicomedia.
El frío, la falta de comida y los retrasos en las rondas creaban un clima extraño para debatir.
A nivel de debate, fue lo que acostumbra a ser CMUDE: exigente y extraño. Sobrevivimos a las rondas, llegamos como pudimos hasta las semifinales y allí se nos acabó la suerte.
Sin duda lo más relevante fue el compañerismo de la delegación. En aquel viaje la camaradería de la delegación fue total: nos apoyamos incondicionalmente unos a otros, hicimos piña frente a las dificultades y celebramos los triunfos de nuestros amigos como si fuesen propios.
Además, fue en ese viaje cuando empezó mi relación con mi actual pareja, Carmen Vallecillo, que después de echarme en la semifinal ganó la final. Soy uno de esos afortunados más conocidos por “el novio de” que por mi nombre, aunque lejos de molestarme me enorgullece.
¿Cuál crees que es la mejor moción o pregunta a la que te has enfrentado?
A mi juicio la mejor moción que he debatido fue la ronda del Spanish Round Robin 2018 sobre la neutralidad en la red, de Javier Alberite y Carlota Noguerol. No recuerdo las palabras exactas, pero era sobre permitir o no a los proveedores de internet vender a las grandes empresas más ancho de banda que al resto a cambio de altas sumas de dinero. Me pareció un debate original y rico en detalles, que permitía líneas argumentales complejas.
Además de buena moción, ejemplifica que hay que estudiar algo más que relaciones internacionales, cosa poco frecuente.
Hemos estado investigando y sabemos que eres formador en oratoria y debate, ¿qué le dirías a las personas que acaban de empezar en el mundo del debate?
Les daría dos consejos:
El primero, que se piquen consigo mismos y trabajen. Si esperas a que los demás les enseñen o les ayuden para mejorar, no vas a mejorar jamás. Esto no significa que no aprendas de los demás, todo lo contrario. Lo que significa es que el motor del aprendizaje tienes que ser tú, y a partir de ahí aprender de todas las fuentes que puedas, pero sin esperar que te lo den hecho.
El segundo, que disfruten de la gente que van a conocer. Muchas de mis relaciones personales más importantes a día de hoy las he entablado y solidificado debatiendo. Conoces gente que sabe de todo, con intereses raros e interesantes y que siempre dan buena conversación y tienes la oportunidad de enriquecerte aprendiendo de ellos.
También hemos tenido constancia de que durante dos años has formado parte de la organización de la Simulación del Congreso de los Diputados, ¿qué experiencia sacas de ahí?
La experiencia ha sido agotadora, pero no me arrepiento de haber aceptado la oferta de Javier Alberite para formar parte del proyecto.
De SICODI me llevo la satisfacción de quien sirve a los demás con todo su empeño. Ver a los participantes muertos de nervios el primer día y contentos gastándose bromas el último, las tardes hablando con Kike Marchán sobre cómo hacer funcionar las doce ideas que se le acababan de ocurrir, las noticias de Belén o los momentos de calma tomándome un café con Belzuz porque todo iba bien son de los mejores momentos de mi experiencia universitaria.
Entrando de lleno en el ámbito personal, ¿con qué frase te describirías?
Se me da francamente mal presentarme. Creo que todos nos definimos por lo que hacemos y no lo que decimos, y yo trato de ser todo lo honesto y trabajador que puedo.
En cualquier caso, de quedarme con una frase me quedaría con la jocosa definición que una vez me dio Jorge Álvarez Palomino: “Paleto cosmopolita”.
Y ya por último, asociado a tu carrera, ¿qué beneficios crees que te ha proporcionado el estar en debate?
Sin duda el orden a la hora de exponer mis ideas. Aprender a ordenar tanto el pensamiento como la expresión del mismo es esencial tanto para la argumentación jurídica como para las presentaciones empresariales.
Por otro lado, lo más relevante para mi carrera probablemente haya sido los maestros que he tenido. Paco, Alberite, Javier de la Puerta, Antonio Fabregat, Julio Roldán y Pablo Carbajosa, todos me han enseñado a disfrutar de Comillas, a interesarme por el derecho y a afrontar las dificultades personales, universitarias y profesionales. Es una suerte haber coincidido con ellos y les estoy profundamente agradecido.