Hace unos meses el Ayuntamiento de Bilbao comenzó a repartir información los sábados por la noche en “zonas de fiesta nocturna” sobre drogas ilegales y su consumo. El objetivo: alertar de los peligros de la cocaína, anfetaminas, drogas de diseño, etc. Y proporcionar información, por si la persona seguía decidida a consumir, sobre cómo hacerlo de forma menos dañina. El mayor exponente de esto eran unas tarjetas con el eslogan: “Pica bien tu raya” para no dañar tus fosas nasales.
Rápidamente saltaron las alarmas dentro de diferentes sectores, acusando a esta plataforma de estar promoviendo el consumo de drogas ilegales. ¿Lo estaban haciendo? No parece tan claro.
Y es que cuando alguien decide atajar de forma directa el principal problema del consumo de sustancias ilegales, todo el mundo se planta en su contra. Y este no es el consumo en sí; sino las consecuencias sanitarias derivadas de su consumo. Hablamos de comportamientos peligrosos para el individuo y para los demás, ictus, infartos, perforación del tabique nasal, etc. Son los problemas de salud y sociales que pueden causar, lo que ha sido una las razones fundamentales que llevan a las autoridades a prohibir su consumo. Y que se incrementan si no controlamos bien la dosis o si desconocemos como hacerlo.
Tomar una sustancia tóxica no sería un problema si con ello no estuvieses poniendo en peligro tu vida y la vida de los demás. Por ello, se ha legislado sobre ellas. Problema. Esta prohibición no está funcionando. Y lo sabemos. Y lo sabe cualquier persona que haya salido un sábado por la noche por las principales ciudades de este país.
De hecho, cada año aumenta el % de consumidores que sufren algún tipo de efecto adverso por estas diversiones de sábado noche. ¿Por qué? Esto resulta extraño si pensamos que las drogas como la cocaína no son algo nuevo, sino que llevan más de 100 años en nuestra sociedad. La diferencia está en que en el momento en el que pasan a ser algo masificado, guay, a ser casi una moda, la gente accede sin preocuparse por saber cómo funciona lo que van a tomar.
La desinformación entra en escena. Y se convierte en uno de los actores principales. Casi no hay conocimiento sobre como tomarla, la dosis y sus posibles efectos más allá de lo que roza el topicazo de series y películas.
Esa desinformación agrava las consecuencias de las que hablábamos antes y que son la razón por la que el estado debe controlar estas drogas para proteger a la población. Bilbao ha buscado cambiar esto para proteger a sus jóvenes. Darles la información que no tenían.
La iniciativa plantea que, dado que sabemos que va a pasar, evitemos sus consecuencias. Una política que parte de la realidad, e intenta atacar los problemas de esta. Y que no parte de un supuesto mundo utópico en la que la ley se cumple a rajatabla y nadie sabe lo que es una raya.
“La policía debe actuar, sin concesiones” dice la oposición. Sin duda. Pero la realidad es que no puede estar en todos los sitios, y si como autoridad sabes que va a haber casos que no vas a poder detener o impedir, estás en obligación de, si puedes minimizar su impacto, por lo menos hacerlo.
Dicen que podría potenciar el consumo de cocaína en los jóvenes, pero parece ingenuo creer que vas a empezar a tomar drogas porque te den un folleto y una tarjeta de plástico si no pensabas hacerlo. Fuera del chiste y la broma dudo mucho que la juventud se anime al consumo solo por esto. Si que es cierto que puede dar una sensación de normalización de la cocaína.
Pero también podríamos preguntarnos si no podría suceder todo lo contrario. Cuando la autoridad se planta en la calle con información clara sobre algo tabú, algo ilegal, destruye radicalmente lo que podríamos llamar el “atractivo de lo prohibido”. Que entre la gente joven es visto como un aliciente para hacerlo.
Habría que preguntarse si esto además no nos llevaría a menos intoxicaciones por el momento en el que se realiza. Porque que te lo digan justo en ese instante, antes de entrar en un pub, hace que tengas más facilidades para recordarlo que si lo viste en un anuncio de televisión hace una semana.
Repito, no está nada claro si las autoridades deberían actuar de esta forma, aceptando que el consumo va a suceder. Y de si esto podría dar una imagen de tolerancia que no interesa transmitir, o de si por el contrario mejoraría los comportamientos del sábado noche.
Evidentemente claro que sería mejor que no existiera su consumo. Lo piensa también el ayuntamiento de Bilbao, no nos engañemos. Pero la realidad es otra.
¿Será esta medida la solución o un fracaso? De momento ante la polémica, el proyecto se ha cancelado. Ignorando que muchas veces es la nueva información, la que precisamente, nos hace cambiar de idea.