¿Está la sociedad occidental actual dispuesta a defender la libertad?

En el contexto actual, palabras como "libertad", "guerra", "nación" o "moralidad" están en boca de todos. Raquel Brisa, estudiante de periodismo y comunicación política de la Universidad CEU Cardenal Herrera, nos sirve este debate analizando la situación desde el punto de vista conciliador del debate.
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El estallido de la guerra en Ucrania nos deja imágenes de la barbarie que está sufriendo el país en defensa de su soberanía nacional. Los telediarios en Europa y EE.UU. se han plagado de fotografías de familias despidiéndose en las estaciones, de niños desorientados en refugios provisionales y de ciudadanos ucranianos luchando en el frente. Irremediablemente, uno se pone en su lugar y se pregunta si nosotros, desde Occidente, estaríamos dispuestos a defender nuestra libertad tal y como están haciendo ellos.  

Habrá quién crea que los ciudadanos de las democracias occidentales todavía mantienen viva la herencia de valores que nos fueron legados por las generaciones anteriores. La libertad, el pluralismo o la soberanía nacional fueron los must de las revoluciones liberales y del camino que tomó la historia en la forja de nuestros sistemas políticos. 

Sin embargo, basta asomarse al espacio de debate público para comprobar que actualmente la sociedad no estaría dispuesta a defender su libertad hasta donde fuera necesario. Los principios y valores éticos que construyeron nuestro modo de vida se han devaluado con el paso del tiempo, como si el papel donde quiera que se plasmaran se hubiera mojado con los años. En cambio, en esta nueva era, la sociedad occidental se aferra a sus dos nuevos salvavidas: la comodidad y el conformismo. El colectivo social y sus raíces han perdido terreno frente al auge del individualismo y del pragmatismo, creando una estepa de personas que prefieren vivir en libertad, pero se conforman con vivir simplemente. 

No debemos olvidarnos del efecto de la pérdida del concepto de nación. La amplia mayoría de la sociedad, empujada cada vez más por las tendencias de un mundo globalizado, no se identifica con los símbolos nacionales, menos aún con los comunitarios de la U.E. La desvinculación de los valores con el territorio, el entender por un lado el modo de vida occidental y por otro lado el sistema político que lo permite, convierte los países en cáscaras vacías, meros agentes burocráticos para disfrutar de la vida cotidiana. 

Ante este panorama, ¿hasta qué punto hoy en día seríamos capaces de construir una sociedad moral, basada en la libertad, cuando nadie está dispuesto a dar la vida por ella en su defensa? ¿Podríamos defender nuestros valores como hicieron antes por nosotros? ¿Arriesgar la vida por nuestras ideas?  Puede que a regañadientes porque, aunque no vivamos en una sociedad egoísta por querer huir de la guerra o salvaguardar la vida, probablemente hoy vivamos en una sociedad menos valiente que las anteriores.

Así pues, el debate está servido. 

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