Hace un poco más de un año, inicié mi trayecto en el apasionante mundo del debate universitario. Aunque mi experiencia en el circuito aún es limitada, he desarrollado un profundo respeto por la figura del juez en esta disciplina.
En los torneos de debate académico, los jueces desempeñan un rol de suma importancia, ya que son quienes evalúan minuciosamente las intervenciones de los participantes y determinan qué equipo se alza finalmente como vencedor. Sin embargo, la labor de un juez va más allá de esa función aparentemente sencilla.
Los jueces representan un eslabón crucial en el proceso de aprendizaje de los debatientes, y, en consecuencia, considero que una de las cualidades esenciales que deben poseer es la capacidad de proporcionar un feedback constructivo y detallado.
En ocasiones, los debatientes se han encontrado con jueces que no toman notas durante el debate y, a la hora de dar retroalimentación, se limitan a enunciados generales como » no has refutado bien» o «la línea no estaba bien desarrollada». Aunque estas observaciones puedan ser ciertas, no resultan particularmente útiles para los debatientes, ya que no ofrecen una comprensión clara de las razones detrás de la decisión del juez ni brindan pautas concretas para mejorar en futuros torneos.
Además, a veces, jueces que son elegidos únicamente por su conocimiento en el tema del que se debate pueden centrarse en aspectos que no son necesariamente cruciales en el contexto del circuito, o pasar por alto elementos fundamentales. Esta disparidad puede ser desconcertante y frustrante para los debatientes, quienes han invertido semanas en la preparación de sus argumentos.
En este punto, es importante destacar que la presencia de un juez poco idóneo puede generar una sensación de impotencia en los debatientes, quienes sienten que su esfuerzo y dedicación no se ven reflejados de manera justa en la evaluación.
Una posible solución a esta problemática podría ser la implementación de un mecanismo efectivo para seleccionar a los jueces que participarán en Torneos Nacionales académicos. Sin embargo, es importante considerar que la imposición de pruebas o requisitos demasiado rigurosos podría desalentar a muchas personas a participar como jueces en estos torneos, lo que, a su vez, tendría un impacto negativo en la viabilidad y el éxito de dichos eventos.
Por todo ello cabe preguntarnos ¿deberían los jueces pasar algún tipo de prueba para poder juzgar en Torneos Nacionales?