¿Es beneficiosa la existencia de la “telebasura” en las sociedades democráticas actuales?

Existe cierta programación televisiva, calificada de baja calidad, llamada telebasura y que toma un papel cada vez más importante en casa de muchos. ¿Es beneficiosa? Antonio Vico López, estudiante de 4ª de Derecho y Tesorero de Babel Debate Granada, sirve este debate.
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Hoy en día, proliferan de modo continuo programas que tienen éxito entre una gran parte de la población, pero que, sin embargo, son calificados de “telebasura”, esto es, contenidos de baja calidad. Los detractores de estos contenidos alegan principalmente lo siguiente:

En primer lugar, se parte de la base de que en los programas de “telebasura” lo que se produce es una desinformación intencionada del consumidor en tanto que se dan opiniones inexpertas y no basadas en conocimiento fiable, influyendo, sin embargo, en el pensamiento del espectador.

En segundo lugar, se muestra de manera pública el desprecio manifiesto por derechos fundamentales como el honor o la intimidad, cuya violación, aunque siendo consentida por los participantes, podría causar en los consumidores una tendencia a la frivolización de esos mismos derechos.

Para acabar, los participantes en los programas, de manera habitual, incurren en prácticas de conducta consideradas inmorales, como la infidelidad o la violencia, que podrían llegar a tener un impacto considerable sobre el comportamiento de los consumidores adeptos a estos programas, especialmente, menores de edad. A pesar de todo esto, la “telebasura” puede llegar a jugar un importante rol en el contexto de las sociedades democráticas y de libre mercado.

Para empezar, se asume que la libertad de elección del consumidor es un pilar fundamental en estas sociedades y que el valor de los bienes está siempre determinado por la demanda, que en el caso de los productos televisivos se manifiesta en el número de espectadores. En este sentido, el elector de productos televisivos es el mismo elector de sus representantes en el Gobierno y en el Parlamento.

De esta manera, ¿qué criterios son los que determinan que un reality show es “telebasura”, mientras que un documental de animales no lo es? Son los criterios, al fin al cabo, de una minoría social que se cree en condiciones para decidir lo que la gente debería ver y lo que no, criterios que nos parecen de lo más arbitrarios.

Creemos, al fin y al cabo, que es mucho más adecuado un mercado en el que hay una mayor variedad de los productos televisivos, siendo mucho más probable que estos se adecuen a las distintas necesidades y preferencias culturales de los consumidores y en el que estos puedan ejercer una libre decisión de aquello que más les conviene ver en su tiempo de ocio.

Considerando, además, que el ejercicio de la misma libertad puede mandar un mensaje muy claro a nuestros representantes políticos, siendo uno de las formas más eficaces de observar el estado político de una sociedad, en el momento en qué un programa de “telebasura” triplica en espectadores al debate parlamentario sobre el estado de la nación.

¿Acaso no es más libre una sociedad en la que puedo decidir pasar mi día viendo “la isla de las tentaciones” en lugar de un concierto de Mozart, si es esto lo que deseo?

Así pues, el debate está servido.

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