¿Es «El juego del Calamar” un reflejo de cómo afrontar nuestras vidas?

Pau Hernández del Aguila, debatiente y formador del Grup d'Argumentació i Debat de la Universitat Autònoma de Barcelona, observa en qué forma esta serie de tanta repercusión podría ser útil en nuestro día a día.
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Como nota introductoria del autor del presente artículo, cabe decir que el artículo no es apto para personas que estén en el proceso de ver la famosa serie surcoreana de Netflix, o que quieran verla próximamente, pues constantemente se harán referencias a sus escenas.

Hace ya unos días que terminé la serie, y más allá de la adrenalina o locura que pueda transmitir, me ha permitido reflexionar sobre cómo debemos actuar ante las dificultades o problemas. Desde el primer minuto, la serie nos expone una realidad: hay mucha gente dispuesta a cualquier cosa por dinero, y esa es la tesis que se desarrolla a lo largo de los capítulos, eso sí, llevada al extremo. 

Las distintas pruebas nos reflejan una idea básica con la que debemos convivir en la sociedad capitalista global actual: hay unas reglas que debes cumplir, y si no las cumples, quedas fuera de juego (porque te matan). La razón es que hay algo por encima de nosotros que es más poderoso y no podemos cambiar fácilmente, y si queremos continuar adelante, la manera es seguir las reglas y avanzar para intentar conseguir superar el obstáculo. Hay alguien que podría decir que según esta tesis estaríamos siempre imposibilitados para cambiar el statu quo, pero creo que la prueba de la serie nos refleja una situación donde las personas jugadoras no tienen capacidad de agencia para cambiarlo, por lo que esa crítica no terminaría aplicando a esta reflexión. En todo caso, si queremos buscarle un símil con el debate parlamentario británico, claro está que con constancia y trabajando, se puede llegar a la meta. 

Por otra parte, la prueba de las canicas es un baño de realidad que nos permite ver que muchas veces tendremos que competir con personas a las que queremos, y el hecho de que una venza implica que la otra no lo haga. En debate también pasa. ¿Quién no se ha enfrentado en la ronda antes del break a alguien de su sociedad en una sala caliente, jugándose el break? Agatha Christie, por boca del gran Hércules Poirot sentenció que la vida era un camino con un solo sentido, y se tiene que avanzar. Y en ese tipo de encrucijadas es cuando vemos cómo son las personas verdaderamente. Partiendo de la base que como personas tenemos que avanzar y no estancarnos, hay algunas que sacan lo peor de ellas mismas, mienten y no les importa arrasar con lo que haga falta para avanzar ellas. Eso sí, cómo luego se ve en la serie, y como dice el refranero español, “a todo cerdo le llega su San Martín”, como con la prueba del puente de cristal. 

Y, para finalizar, ¿quién conseguirá alzarse con la victoria? En debate BP, la respuesta es fácil: quién mejor argumenta. Pero, ¿y en la vida? Hay mucha gente que ha escrito o hablado sobre ello, desde Platón con su Mito del Carro Alado hasta Gloria Gaynor con su “I will survive”. Para no ser menos, yo voy a decir que las personas que consiguen llegar hasta el final son las que tienen paz en su interior, en otras palabras, las que han conseguido redimirse de su pasado, aprendiendo de sus errores y crecido con consciencia de ello. Hay personas que lo conseguirán siguiendo unos valores religiosos, otras unos principios con los que hayan decidido vivir, y otras que lo harán sin ser conscientes que lo hacen, pero al final del día, y parafraseando otra vez a Agatha Christie, “el pasado es el padre del presente”, y nos perseguirá hasta que estemos bien con nosotros mismos. 

Así pues, el debate está servido. 

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