El 70% de todo el Universo conocido está formado por hidrógeno en múltiples compuestos y diferentes estados, por lo que no sería tan descabellado suponer que podemos aprovecharlo de alguna forma.
Este elemento es altamente utilizado en la industria química y lo podemos extraer fácilmente del agua o de algunos hidrocarburos. Una vez obtenido, puede ser utilizado como combustible para diversas aplicaciones o, en el caso que tratamos, para la producción de energía eléctrica.
Debido a que para obtener hidrógeno puro necesitamos gastar energía, no podemos verlo como una fuente primaria para producir electricidad. Nuestro verdadero objetivo a la hora de producirlo es que nos sirva como medio de transporte o almacenamiento de energía, donde reside su verdadero potencial. En los momentos del día donde la demanda energética renovable es baja, podríamos aprovechar el excedente de energía para la producción del hidrógeno y así, cuando vuelva a aumentar la demanda, podamos usarlo para satisfacerla.
La producción de electricidad a partir del hidrógeno es la más limpia de todas, el único residuo que genera es agua en estado líquido. Pero no por ello debemos emocionarnos, nos enfrentamos a varios problemas que la tecnología aún debe superar.
El principal de ellos es el aspecto económico. Por un lado, el hidrógeno no es un material primario, por lo que su coste de obtención es elevado y su fuente principal es el agua. Por otro lado, las tecnologías de almacenamiento no están muy desarrolladas aún, ya que se trata de un elemento muy inestable al ser el átomo más simple. Es común que se produzca la combustión fácilmente en presencia de otras sustancias, por lo que posee una elevada volatilidad. Cabe decir, que la mayor arma de destrucción creada por el ser humano es la bomba de hidrógeno.
No obstante, nos presenta una gran cantidad de ventajas. En primer lugar, debemos saber que, si el almacenamiento es adecuado, no tendremos pérdida del producto como pasa con la electricidad. En las baterías convencionales, la energía se va perdiendo a medida que no la utilizamos. En segundo lugar, se nos plantea el hecho de que si, finalmente encontrásemos una forma de producir hidrógeno que abaratase los costes, podríamos comenzar su producción en masa y el problema energético estaría completamente solucionado. El problema es que esta tecnología está muy lejos de seralcanzada.
Y la pregunta es, ¿sería conveniente la inversión en estas nuevas tecnologías a pesar de su elevado coste o deberíamos perfeccionar las que ya tenemos, centrándonos en las renovables? Debemos tener en cuenta que el cambio climático es un hecho científicamente demostrado e irreversible, pero lo que sí podemos es paliar sus efectos mediante las nuevas tecnologías y, sobre todo, mediante la actuación del ser humano. El mundo, tal y como lo conocemos, se encuentra en un cambio constante y con ello las personas y la tecnología.
Así pues, el debate está servido.