Gorka Samaniego Asenjo

Debatiente del Grup d’Argumentació i Debat (GAD) de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Barcelona. Estudiante de 5ª del doble grado de Derecho y Ciencias Políticas. Refutador y extensionista. Varias veces subcampeón en diversos torneos de debate, a lo largo de sus 3 años y medio de carrera en este mundo, además de militante y responsable de comunicación de un partido político. Este es Gorka Samaniego Asenjo:
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Bueno Gorka, ya sabes como empezamos siempre, ¿cómo y cuándo entraste en el mundo del debate?

Realmente, no me acuerdo. No tengo una fecha marcada en el calendario del día en que empecé a debatir y creo que eso es bueno porque en mi mente, “llevo debatiendo toda la vida”. Si hago un esfuerzo, sí recuerdo que participé en la liga de debate de una asignatura de la carrera, y de ahí conocí el debate reglado como tal y los miembros del Grupo de Debate. Tras unos meses, creo que sobre finales del 2015 me apunté formalmente y el verano del 2016 me estrené en mi primer BP. Todo esto de memoria; lo único que se con certeza es que hace mucho. 

Entonces llevas ya tus buenos añitos aquí. ¿Crees que ha cambiado mucho el mundo del debate? ¿Crees que actualmente está en un buen momento?

Sí, ha cambiado y creo que a mejor. Cada año que pasa evoluciona, crece, llama a más gente y se hace más grande. En mi universidad concretamente, cada vez más gente se anima, pregunta o se interesa por esto del debate y esto es muy positivo. No debemos olvidar que en un torneo de debate nos encontramos personas de toda España, cada una con sus ideas y opiniones que se ponen en común – no ya debatiendo sobre el tema que toque – sino fuera de los atriles. De un posible “coto cerrado” pasamos a un mundo más plural y por ello, un mundo del que más se puede aprender y con muchas más potencialidades. Estamos por ello, sin duda, en un buen momento. 

Bueno, no todo pueden ser flores ¿Qué crees que le falta y le sobra entonces a este mundillo? 

Para mí falta un mayor reconocimiento “institucional” del debate, lo que se podría llamar una institucionalización. Que se pase de una concepción que tienen algunos de una “reunión de oradores amigos” que se encuentran para debatir, a un verdadero encuentro de estudiantes de toda España dispuestos a poner sus habilidades en práctica con un respaldo institucional y “oficial” de verdad (supuesto este que no excluye el que siga siendo para muchos, una reunión de amigos, lo cual es positivo). Veo a veces que este reconocimiento o apoyo aparece en algunos torneos, pero a nivel general, tenemos una gran carencia en este sentido. 

Pero también a nivel general como un reconocimiento general a todo el circuito español de debate. ¿No estaría genial que se celebrase, anualmente, el Torneo Nacional de Debate a lo “Copa del Rey”? Es además una institucionalización merecida; el esfuerzo y trabajo de muchos oradores bien merece más respaldo institucional y más oficialización. 

Y ya que hablamos de reuniones de oradores y de instituciones, ¿crees que es positivo el sentimiento de pertenencia a un club?

Sin duda. No concibo los momentos que más recuerdo de mi vida como orador sin mi grupo de debate. El momento de recibir algún premio o reconocimiento, o el que te digan que pasas a semifinales o final, no sería el mismo sin que a la vez, tenga a la gente de mi grupo de debate celebrando o alegrándose como un triunfo de todos, que sin duda lo es. O, más recientemente, volver a casa sabiendo que personas que llevan poco debatiendo y a las que has formado, se vuelven contentas por tener buenos resultados en su categoría de novatos, es sin duda muy gratificante. 

El sentimiento de club, además, fomenta el compañerismo. De la misma forma que los blaugranas son “de su club”, yo también me siento del mío, del GAD-UAB. Y ello no impide el debatir en ocasiones con oradores de otras instituciones, pero te permite crear grupo y aportar un valor añadido muy importante al debate. Los éxitos son de todos y los celebramos todos. 

Vamos ahora con las comprometidas… Si te diesen a elegir… ¿Académico o BP? ¿Por qué?

Sin duda, BP. Al margen de las habilidades de improvisación, la exigencia de intentar conocer o saber de todo, la informalidad de las rondas, etc., creo que lo realmente positivo del BP es que fomenta la argumentación pura. Para mi eso es fundamental. Los discursos vacíos de contenido, que encadenan frases vacías que buscan más “quedar bonito” que razonar, no me gustan. Las discusiones políticas actuales se basan muchas veces en eso; a ver quién convence más por medio de metáforas o frases huecas sin contenido, que poco o nada dicen sobre el fondo de la cuestión. No se premia a quién argumenta, a quién explica el porqué de las cosas, el porqué es importante lo que se plantea, por qué el analizar un fenómeno o hecho desde una determinada perspectiva es mejor que hacerlo desde otra, etc. Es un gran error de la sociedad actual en la que vivimos, donde las razones pasan a un segundo plano frente a las pasiones. El BP es una buena forma de fomentar estas prácticas tan fundamentales. Y no digo que en el académico todo esto no se valore o se potencie, pero es cierto que se valora menos o de forma complementaria a otra serie de cosas.

Creo además que el BP es un debate muy inclusivo para todo tipo de oradores sobre todo cuando están teniendo los primeros contactos con el debate y la argumentación. Ahora que tenemos a mucha gente nueva en nuestro Grupo de Debate, veo que personas que quizás son más introvertidas o que se ponen muy nerviosas al hablar en público, pueden sin embargo argumentar con gran eficacia. Quizás se paran, miran notas, se quedan callados algunos segundos, pero pueden estar planteando argumentos pertinentes y relevantes. 

Lo resumiría en “todo el mundo puede argumentar” lo que implica que todo el mundo puede convencer por medio de razones y el BP permite evidenciar eso. Si de mi depende, siempre recomiendo a alguien nuevo en debate que empiece por BP, que coja confianza, que vea que pese a no tener en ese momento una buena oratoria, puede aprender a argumentar y a debatir. 

Ya llegará el momento de, con la confianza ganada y con la oratoria mejorada, lanzarse a otros tipos de debate.

Ya que hablamos de lo que se puede mejorar gracias a debate en sus distintos formatos, ¿qué te ha aportado el debate en el ámbito profesional?

Muchísimo. En el ámbito jurídico, saber plantear bien los casos que pretendo tratar y a argumentar y explicar mis posturas con mucha más claridad. En el ámbito político más de lo mismo. De nuevo, creo que gracias al debate desarrollamos una gran capacidad de análisis, de preguntarnos constantemente el porqué de las cosas, de no conformarnos con explicaciones simples o vacías, de intentar ir más allá y de encontrar la importancia de las cosas. Sin duda, profesionalmente hablando eso me aporta y mucho. 

En este aspecto, siempre comento que el debate es un fin a corto plazo, pero un medio a largo. Que ahora tengamos como objetivo debatir e intentar ganar torneos, hace que desarrollemos unas habilidades que, cuando los atriles se dejen atrás, sitúan al debate como medio. Todas esas habilidades adquiridas es lo que queda y es lo que permite, sin duda, un gran desarrollo profesional. 

Y cuando hablamos de enseñar… ¿Cuál crees que es la cualidad más importante para formar en oratoria? ¿Ser bueno en debate significa ser buen formador?

Para formar en oratoria, argumentación y debate quizás es importante la empatía. El saber ponerte en la situación de aquellos que, como tú en su momento, estaban empezando – con todo lo que ello comporta – es fundamental. Conocer los nervios que se pasan, la cara que se te pone cuando te quitan la extensión, ver que te quedan 2 minutos de los 15 y no tienes ni un argumento decente, etc., permite conocer bien cómo se puede sentir un orador y, tras ello, ayudarle en su aprendizaje. De hecho, me siento muy identificado con oradores de mi Grupo de Debate que empiezan ahora y se preguntan cosas que yo me preguntaba en su momento. Con verles las caras o los gestos, uno ya sabe qué se les está pasando por la cabeza y es fácil entonces encontrar el qué decirles para que superen esa situación y aprendan. 

Por tanto, si entendemos ser bueno en debate como una persona con capacidad empática, seguro que buen formador será. Y ello teniendo en cuenta que uno siempre aprende, ya sea desde el pupitre o desde la mesa del profesor. Es más, ahora que me toca, por veteranía, formar en lo que buenamente puedo, me doy cuenta que ahora es cuando mejor estoy aprendiendo yo como orador y como debatiente. 

Y, ya que hablamos de enseñar, si tú tuvieses que dar un consejo a la gente joven que va a empezar en debate, ¿qué les dirías?

Siempre doy tres a quien me pregunta. El primero, que se tire a la piscina, sin duda, pero siendo consciente, y este es el segundo consejo, de que, si quiere aprender, tocará trabajar y esforzarse. La argumentación y el debate es un trabajo de fondo. Siguiendo con lo que comentaba antes de que “todo el mundo puede argumentar”, faltaría añadirle que siempre y cuando trabaje para ello y no se quede en el conformismo; quizás uno sabe, pero siempre podría saber más. Se trata de pensar que lo que uno sabe puede ser mucho, pero nunca suficiente; siempre se puede seguir aprendiendo y evolucionando (si a uno le compensa, claro). Supongo que como en todo, sin esfuerzo no se alcanzan objetivos. 

Finalmente, como tercer consejo, que tenga presente que el debate es siempre un medio; vale que ahora se quieran ganar debates, pero que procure que mientras lo intenta, mejore como persona. Puede que personas que tengan en sus casas no sé cuántas copas de ganadores, tengan un aprendizaje personal muchísimo menor que otros que no tienen ni una. Se trata de relativizar todo. De trabajar para que, cuando se tengan 40, 50 y 60 años y se recuerde la época de debatiente, se te venga a la cabeza lo mucho que te ha apartado en lo persona y en lo profesional, y no los resultados objetivos que hayas logrado.

Muchas veces mejoramos fijándonos en la gente que tenemos por encima. En tu caso, ¿cuál dirías que es tu referente en el mundo del debate?

Que pregunta más difícil. Realmente no hay una persona como tal que para mí sea un referente; lo que sí tengo es un modelo de orador referente lo que hace que en muchos contextos haya pensado “quiero ser como él o ella”. Dicho de otro modo, el “tipo de orador” que me gustaría ser. Me gustan mucho aquellos oradores que perciben un debate como un espacio en el que jugamos todos. Es decir, aquellos oradores que, con sus turnos y su actitud, hacen partícipes a todos los oradores y al público en las rondas y en el debate. En muchas ocasiones salgo de debates y pienso “qué bien me lo he pasado”, opinión que suele ser compartida por los siete oradores restantes o por el público. Procuro llegar a ser ese orador, que logre eso; que te venga alguien del público u otro orador y te diga que se lo ha pasado bien o que ha disfrutado. Quizás ese es mi referente de prototipo de orador.

Esta es un poco más personal. Si tuvieras que quedarte solo con un momento en tu carrera como debatiente, ¿cuál sería?

Otra pregunta difícil. Hablando estrictamente como debatiente, me quedo con el momento en que, junto a mi entonces compañera de debate, Anna Vilà, llegué a mi primera final en BP en el BP UAM del 2017 (si no me equivoco en las fechas). Tanto por el haber llegado, como con el quién se llegó. A partir de ese día, se marcó un punto de inflexión y disfruto todavía más de cada uno de los torneos a los que voy. Sentí que todo el trabajo que como GAD veníamos haciendo – y seguimos haciendo – con una formación totalmente autodidacta, sin prácticamente recursos, tenía sus frutos. Días de aquellos en los que sientes que todo vale la pena y que te dan gasolina para seguir trabajando. Tras esa final he tenido muchos buenos momentos tanto yo como orador, como yo miembro del Grupo de Debate con el que he celebrado éxitos. Y sin duda creo que esa final ayudó a todo ello.

Y como ya es costumbre para cerrar… Si tuvieses que concluir toda tu vida en el debate con una frase ¿cuál sería?

Se tenía que acabar la entrevista con otra pregunta difícil. Quizás diría que es uno de los ámbitos de mi vida que más me apasiona y en el que más disfruto y más soy feliz; siempre tengo la sensación de que toda mi vida agradeceré siempre el haber tenido una etapa como debatiente.

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