El Colegio Mayor Universitario Elías Ahúja esperaba paciente a que sus instalaciones se llenasen de estudiantes alborotados, pendientes del nuevo torneo que se les venía por delante. Esta cita tan esperada por muchos tuvo lugar en un mes destacado por su maravillosa “cuesta”, sí hablo de enero. Algunos de los allí presentes agradecían que ese fuese el último día de tan dichoso mesecito.
Con la mente dividida en el torneo y en los exámenes que estaban por llegar o entre los que se encontraban, los universitarios andaban dubitativos preparando todo lo necesario para que diera comienzo el torneo.
Bien temprano el viernes llegó el momento de las acreditaciones, una vez llegas a esto ya no puedes dar marcha atrás, algo que a los participantes no les asusta para nada, un poco de nervios siempre es bueno.
La pregunta del torneo fue la siguiente: En países con grandes niveles de pobrezas, ¿debería priorizarse la reducción de la desigualdad por encima del crecimiento económico general?
Por delante les esperaban tres rondas la tarde del viernes y los 10 equipos participantes (algunos de ellos novatos) estaban expectantes e ilusionados.
Los clubes participantes fueron CMU Isabel de España (1 y 2), CMU Fundación Sepi, CMU Jaime-Vedruna, UAM, UCM, CMU Alcalá, Cánovas Madrid, Comilla y Elías Ahúja. A todos ellos les esperaban un total de siete rondas de fase de grupos antes de llegar a semifinales.
A las 17:45 del segundo día se anunciaron las clasificaciones, con su semi y su final. Una semifinal muy ajustada, todo hay que decirlo. Aunque finalmente, valga la redundancia, llegaron a la final Cánovas Madrid con Isabel Romero, Mateo Martínez, Lucía Perdigón y David Ruiz, y CMU Jaime-Vedruna con Gustavo Álvarez, Pedro Tomás, Juan Martín de Vidales y María Ángeles Domínguez.
Una final de infarto, eso es lo que se pudo ver en este torneo, sin duda el premio de 600 euros que fue otorgado estaba muy reñido. El premio fue para CMU JAIME-VEDRUNA.
Sin embargo, si a poco les ha sabido los regalos de Papá Noel y los Reyes Magos, también dieron un premio de 300 euros al subcampeón y al mejor orador, premiado con 100 euros, que, en este caso, fue Gonzalo Fernández Balaguer.
Lo que sí se pudo observar y quiero destacar es la cantidad de jueces, alguno de ellos no tan experimentado como otros, que hubo, un total de 24. Uno de ellos tuvo, por suerte o por desgracia, según como él lo considere, que hacer de juez en semifinales siendo su primera vez de juez principal en una ronda eliminatoria. Al tener que dar el ganador tuvo que hacer un parón y preguntar cómo se tenía que hacer. Soltó una especie de sonrisa a medias y siguió al minuto. Sin embargo, mi parte favorita fue que la mayoría se fue sin recoger sus regalos por la noche de antes que se pegaron. Una buena resaca nunca viene mal, sino que se lo digan a todos los que salieron esa noche.
Otra persona que no se conformó con los regalos de navidad fue Tomeu Vera, del equipo de Elías Ahúja. Tuvo que hacer de R1, R2 y conclusor en el mismo debate, hablando un total de 16 minutos. Si a veces el tiempo que tiene cada intervención no sabe a poco, a él le regalaron sus, no sabemos si tan generosos compañeros, esos 16 minutazos.
Como todo buen torneo que se precie, llegó el momento tras la cena de marcharse de fiesta, donde destaca la ‘Yakka Night’, nombrada así por una bebida sudafricana. No hay que lamentar ningún incidente esta vez… pero ya sabemos que los debatientes siempre están dispuestos a sorprender. Por ello, contaremos todo y más de lo que podamos en siguientes torneos. ¡Nos leemos!
