Uno de los discursos más bellos que jamás he escuchado, fue dado por el difunto Foster Wallace, invitado de honor en la ceremonia de graduación de su Alma Mater. Comenzaba con la siguiente parábola:
Dos jóvenes peces nadando en el mar, se encuentran con un pez anciano que les dice: “buenos días jóvenes, ¿cómo está el agua?”, a lo que los jóvenes responden “¿Qué cojones es el agua?”
Creo que esta parábola esconde la principal razón por la que es necesario un torneo exclusivamente femenino. Estamos tan acostumbrados a ciertas cosas que no podemos verlas aunque estén a nuestro alrededor. Tanto es así que nadie se ha dado cuenta de que en esta pequeña parábola todos los personajes son masculinos, y sin embargo hubiera llamado la atención que fuera “una anciana pez” o “unas jóvenes peces”.
Esto es un ejemplo, lo que intento ilustrar, y lo que voy a explicar a lo largo de este artículo, es que dudo que exista alguien dentro del circuito de debate parlamentario español que intencionadamente discrimine en contra de un género. Sin embargo, los múltiples sesgos acumulados, y las preconcepciones que existen tanto en la sociedad como en el circuito, que aceptamos y damos por sentado, son aquellas que dan lugar a las desigualdades y retos que afronta una oradora, y que, como peces en el agua, pese a estar inmersos en ellos, son tan cotidianos que no los vemos.
El consabido “techo de cristal”.
En primer lugar, un simple ejercicio es mirar los top 10 de oradores de los últimos torneos. Desde el 2016 al 2018, buscad torneos donde el Top 10 de oradores tenga más nombres femeninos que masculinos. O al ver una final, de las ocho personas allí sentadas, contad cuántas mujeres y cuántos hombres. Evidentemente habrá casos concretos que contradigan esto, pero la tendencia, en general, suele cumplir con una clara mayoría masculina.
Si esto es así, puede haber varias razones: un capricho estadístico aleatorio (improbable), menor habilidad a la hora de debatir de las mujeres (imposible) o que existen ciertos sesgos difíciles de eliminar que persisten en hacer esta actividad una con menor porcentaje de éxito femenino, y con menos incentivo por tanto para la participación activa de las mujeres.
Supongamos que esto último es cierto.
Las causas de esto podrían ser dos.
Una de ellas es que se discrimine activamente a las mujeres. Algo que como ya he dicho considero improbable en el circuito de BP español. A todo el mundo le gusta considerarse imparcial, y desde que se habla de discriminación femenina, y (gracias a los Dioses) es censurado socialmente la gente evita hacerlo intencionalmente. También tenemos que tener en cuenta el factor de que en el circuito de debate de BP en España, casi todos los participantes son de un rango de edad comprendido entre los dieciocho y los treinta y cinco años. Es una generación que en términos generales se posiciona en contra de la discriminación y que busca la igualdad de oportunidades.
La segunda causa es que haya una discriminación estructural y subconsciente que desincentiva la participación femenina en el mundo del debate, y causa la diferencia entre el “éxito” de los oradores y las oradoras.
Evidentemente, para mí esta es la respuesta correcta, por ello tiene un título que ocupa tres líneas. Pero nos surgen varias preguntas ¿Cuánto puede afectar un sesgo a los resultados? ¿Cuáles son estos sesgos y por qué afectan a las mujeres? Vayamos por partes:
¿Cuánto pueden afectar estos sesgos a los resultados?
Respecto al resultado de equipo, las deliberaciones entre jueces (aunque esto no es lo deseable y se intenta combatir de todas las maneras posibles) muchas veces entran en un ámbito gris. Por poner un ejemplo las finales son difíciles de juzgar porque suele haber cuatro equipos de muy buen nivel (es decir muy igualados) y en la mayoría de finales que he juzgado casi nunca ha habido un resultado preliminar homogéneo.
Esto ocurre porque en un contexto donde hay equipos que argumentalmente están más o menos igualados, la discusión acaba centrándose en cierto sentido en: ¿qué premisa es más creíble? ¿qué argumento es más persuasivo?. En este caso, como vemos existe un margen de subjetividad mayor. Y por ello, muchas veces la diferencia entre un primero y un segundo depende de cómo de convincente ha sonado un equipo a la jueza “X” o al juez “Y”. Tristemente, por mucho que intentemos reducir este rango, existe y no es pequeño. Y aquí estoy hablando de finales con buenos equipos y buenos jueces.
Vayámonos a salas de novatos, con cuatro equipos de nivel muy similar y jueces con menos experiencia (que existen, por supuesto, en todos los torneos), en tales casos este margen es más grande. Y por tanto, muchas decisiones en apariencia pequeñas (quién primero o quién segundo, tercero o cuarto…) van a depender de criterios subjetivos que se basan en consideraciones muchas veces subconscientes.
Ahora miremos los puntos de orador. En España (especialmente antes de que se usara la escala de Varsovia en la mayoría de torneos, con la que se está consiguiendo más uniformidad) los puntos de orador eran y son la parte más subjetiva de la valoración. Podemos encontrar oradores que dentro de un mismo torneo oscilan entre un 69 y un 84. O incluso, dentro de la deliberación, haber sustantivas diferencias entre los puntos que dos jueces diferentes otorgan a un mismo orador. Es más difícil de valorar objetivamente que la lógica y persuasión de los argumentos, y por ello, descansa de forma más acusada en criterios subjetivos, siendo más vulnerable a ser afectado por los sesgos inconscientes. Si aceptamos la premisa (que justificaré después) de que estos sesgos tienden a favorecer más a los oradores, equipos mixtos con buenos resultados, tendrán a su orador masculino más arriba en la tabla, dando la sensación de que “él es el bueno del equipo” ¿Cuáles son estos sesgos y por qué afectan a las mujeres?
Esto viene muy bien explicado en la guía How to break at an international tournament (and break barriers): Women’s edition, de la que se publicará la traducción próximamente como parte del programa de formación del BP Mujeres. Aquí voy a hablar de los más importantes, pero os recomiendo que leáis dicha guía para tener una visión más completa de este problema.
Muchos de los rasgos que se consideran “de buen orador” son típicamente masculinos. La agresividad, contundencia y muchas veces condescendencia (en menor grado en los últimos años, he de admitir) son características que suelen puntuar algo a la hora de persuadir a alguien dentro de nuestro circuito y repercute en los puntos de orador. Esto ya supone una desventaja, sobre todo porque no es simétrico, si una mujer presenta estos rasgos (y no tendría por qué si no son su estilo natural) se considera en exceso agresiva o nerviosa. De nuevo esto no es algo que se vaya a valorar conscientemente, pero inconscientemente tiene un efecto importante, a la hora de llenar ese espacio gris o margen de variación del que hablábamos antes.
En siguiente lugar, como la mayoría de rol módels (especialmente hasta hace un año) eran mayoritariamente masculinos, la imagen que tenemos de un buen debatiente, o un debatiente exitoso, integra dentro de sí misma, todas estas características de las que hemos hablado, perpetuando de alguna forma la inferencia entre dichas características y “ser un buen orador” “ser convincente” “ser persuasivo”.
Esto afecta especialmente a equipos muy igualados o equipos mixtos. En el primer caso se dará si hay dudas entre dos equipos muy igualados estos sesgos pueden favorecer a un equipo masculino o en el que haya un hombre. Y en el segundo, por lo mismo, saldrá más beneficiado el hombre de un equipo mixto (en términos generales), que conseguirá una posición más alta en la tabla de oradores que su pareja.
También tenemos la influencia de la autoridad. Si la mayoría de figuras de autoridad son masculinas (jueces, CAs, oradores con éxito, formadores….) estamos acostumbrados a que sepan más, inconscientemente nos es más fácil aceptar a un autoridad de debate masculina por encima de una femenina. Esto conlleva a favorecer inconscientemente una opinión masculina frente a una femenina, tanto en pánels, como en equipos de adjudicación. ¿Qué consecuencias tiene esto?
En primer lugar, la frustración de muchas debatientes. Que entrenan y consiguen la misma habilidad que sus compañeros masculinos para obtener consecutivamente peores resultados, por ejemplo, dentro del ranking de oradores. Algo que ya vimos es más que común en equipos mixtos.
Algo similar ocurre con equipos femeninos cuando en varios debates donde “ha estado muy cerca” siempre quedan por detrás de otros equipos que se ven más favorecido por los sesgos de los que ya hablamos.
En ambos casos, incluso aunque no lo achaquen a las causas que yo he mencionado (es decir, que ellas no lo perciban como sesgos sexistas operando en su contra), la frustración de cuatro debates seguidos en los que habrían podido ser segundas siendo terceras, o quedar en todos los torneos varios puestos por debajo de tu compañero sin que haya una sustantiva diferencia de habilidad, pasa factura especialmente a las novatas.
Pero yendo incluso más allá, quienes obtengan mejores resultados en el ranking (y ya hemos visto como estos resultados sufren una ligera inclinación), tendrán más posibilidades de representar a su institución en más torneos, lo cual implica necesariamente más experiencia. Y no solo eso, sino que el equipo favorito de las instituciones suele ser, precisamente por ese motivo, dos chicos o como mucho mixto. Lo cual genera un efecto Pigmalión. Ser el equipo A motiva más que ser el equipo C del que nadie espera mucho, en términos generales.
En segundo lugar, afecta a las posiciones reservadas a debatientes “más experimentados” como puede ser el equipo de adjudicación o el rol de juez principal. Este año, estamos viendo una gran concurrencia de equipos de adjudicación con una mayoría femenina, lo cual es fantástico. Pero esto no ha sido lo más común. De hecho, hasta el año pasado, la proporción solía ser tres hombres y una mujer, y en general, la mujer oscilaba entre tres o cuatro nombres. Es cierto que para ser CA se requiere experiencia y por tanto hay menos nombres donde elegir independientemente del género. Pero si la proporción suele ser tres contra uno, significa que el rango de mujeres que optan a esa posición es menor, y necesitan más logros o reconocimiento para ocuparla (logros, que como ya hemos visto, son un poco más difíciles, por ejemplo en el caso del ranking de oradores).Esto es un problema. Porque a la hora de elegir un equipo de adjudicación para tu torneo, intentas escoger a gente con experiencia, que garantice buena adjudicación, buenas decisiones y buenas mociones. Por lo tanto cuantas menos mujeres accedan a esta posición, menos mujeres serán consideradas por los organizadores para ser parte de su equipo de adjudicación. Como ya he dicho, esto se está empezando a corregir pero todavía requiere mucha mejora. Ser equipo de adjudicación no es algo que mágicamente sabes hacer una vez adquieres cierto éxito debatiendo, requiere aprendizaje, y requiere muchos errores y trabajo. Esto solo se obtiene participando en equipos de adjudicación.
En cuanto al rol de juez principal, pasa lo mismo. Tampoco es algo que mágicamente sepas hacer simplemente porque seas buen debatiente. Requiere experiencia lidiando con los panelistas, manejando el tiempo de deliberación, y dando un buen y completo feedback a los equipos. Como equipo de adjudicación y como organizadores, es importante que el juez principal tenga experiencia y por tanto, que su criterio y actuación satisfaga tanto a los equipos como a los debatientes.
Si la mayoría de debatientes con éxito y adjudicadores suelen ser hombres (o estadísticamente suelen ser hombres), es más probable que se confíe a un hombre esta posición. Esto tiene varios efectos directos. El primero es que como panelista existe una tendencia a dejarse influenciar por el criterio del juez principal. Esto es de nuevo, un sesgo muchas veces subconsciente. Como panelista, sabes que el juez principal sabe más que tú y su criterio suena convincente, nos da miedo sonar estúpidos ante alguien a quien admiramos etc… Esto lo que generará es que por un lado los sesgos que puedan tener los jueces principales hacia el género masculino, de los que ya hemos hablado, se perpetúen como criterio. Lo segundo es que será mucho más común ver el juicio de los jueces sobrepasar al de las juezas en muchos casos durante la deliberación (lo cual, en muchas ocasiones será justificado), y sin embargo menos común ver lo contrario, porque al haber menos juezas principales, es menos común ver la situación opuesta. Esto tiene también un efecto subjetivo e inconsciente, a la hora de considerar como autoridad a una mujer especialmente. Otro de los efectos que esto tiene es en los feedbacks. Los debatientes novatos estarán acostumbrados a que el entrenamiento y consejos sean dados en torneos nacionales por un hombre, reafirmando los sesgos de los que ya hemos hablado, y perpetuando la visión o asociación interna, entre autoridad en debate y un género concreto.
Por último y no menos importante, la falta de modelos femeninos de gran éxito o su limitada variedad. Y ayuda mucho ver a mujeres siendo CAs, ganando la categoría de mejor orador, y ganando torneos. Y podéis considerar de nuevo que esto es algo menos relevante, ¿por qué una mujer no puede tener como role model a un hombre (o viceversa)? Por supuesto que puede. Pero es más complicado de eso.
A parte de los sesgos de los que ya hablamos, muchas series de televisión funcionan porque nos identificamos con los personajes. Y no es ninguna sorpresa que pocas niñas quieran ser “Spiderman” y pocos niños quieran ser “Pocahontas”. Y es que a un nivel todavía muy primario, utilizamos la similitud para considerar nuestras posibilidades. Es decir: “alguien como yo (en características x, y o z) ha llegado hasta aquí. Yo también puedo hacerlo”. Y esto es algo especialmente relevante al hablar de cómo a nivel individual y motivacional, yo puedo decidir dedicar más o menos tiempo a una actividad o proyecto.
Y es que ninguno de nosotros al tomar ciertas decisiones utilizamos la pura lógica ni buscamos estadísticas. Operamos emocionalmente. Especialmente en una actividad como debate, que es voluntaria, que nos exige muchísimo tiempo libre, mucho esfuerzo y muchas veces incluso la inversión de nuestros propios recursos. En este contexto, podemos ver como la frustración o la motivación son claves a la hora de que alguien que prueba esta actividad decida continuar en ella y poner el esfuerzo necesario para hacerlo de forma competitiva. Y por ello es tan importante que estos sesgos sean minimizados.
Y, ¿cómo ayuda un torneo de mujeres?
En varios sentidos. Principalmente motiva a mujeres y novatas a invertir tiempo y recursos en esta actividad.
Y para corregir los sesgos de los que he hablado, la mejor forma es aumentar la participación femenina en todos los roles de una competición. Ver a chicas debatiendo, ganando, juzgando, siendo equipo de adjudicación. Y por ello, este torneo supone algo tan positivo.
Como debatientes toda práctica es buena, cinco o seis rondas de un torneo son buena experiencia para cualquier persona en cualquier contexto. Más importante, las novatas van a encontrar un torneo con un objetivo primariamente formativo, con un montón de experimentadas oradoras (ya hemos explicado un poco el efecto role model antes) etc… También tendrán más opciones de calificar o breakear, y todos sabemos lo efectivo que es esto a la hora de motivar a alguien. Creo que nadie se ha planteado dejar el debate después de su primer break.
E incluso influye dentro de la selección de equipos dentro de los clubes. Si queremos ser competitivos en un torneo como institución escogeremos a gente con buenos resultados, con buenos ránkings de oradores. Este torneo sitúa dieciséis semifinalistas más por año, dos campeonas, seis subcampeonas, y diez mujeres más en un top ten. Ayuda a valorar las acciones de estas mujeres, a que se las consideren como merecen dentro de su club, y a ser candidatas mejor consideradas a la hora de representar a la institución en un torneo importante.
Respecto a la adjudicación, ya expliqué un poco arriba como la labor de juez principal es algo que también requiere experiencia, y por qué en general hay menos mujeres que optan a dicha posición. En un torneo con un pánel íntegramente femenino, muchas más debatientes tendrán opciones de probar y mejorar en este rol. Mucho mejor aún, tanto las adjudicadoras (que probablemente estén en otros torneos) como otras debatientes, en torneos posteriores dirán: “pues sí, es buena jueza puede ser principal en esta sala”. Aunque sea un efecto pequeño, si consigue una sala más con jueza principal (con todos los beneficios que mencioné anteriormente en otras secciones) mucho mejor. También a la hora de formar juezas. Todos sabemos que muchas veces el n-1 se hace como relleno. Mandamos a debatientes con menos experiencia, porque los buenos van a debatir, y porque ser juez es una de las mejores formas de aprender y mejorar. Todas las panelistas de la sala podrán optar a esta forma de entrenamiento, muchas más mujeres entrenadas para juzgar, y con opciones de mejorar en sus debates.
Y en cuanto al equipo de adjudicación igual. Ahora se está abriendo más el abanico e incluso proponiendo aplicaciones para elegir al mejor candidato o candidata. Pero cuando tenemos que elegir un equipo de adjudicación pensamos en gente que ya hemos visto adjudicar que nos viene a la mente. O preguntamos a otros adjudicadores o adjudicadoras. Este torneo, será un equipo de adjudicación y tabulación íntegramente femenino. Sus caras y logros serán anunciadas. Se verán las mociones, y pasarán a formar parte de ese almacén mental de posibilidades que todos tenemos en nuestro cerebro. Aumentando así las opciones femeninas para hacer de CAs en torneos nacionales e importantes.
Y lo más relevante. Se conocen a más mujeres debatientes y se forman más relaciones entre ellas, propiciando que si en algún momento necesitas pareja, o si necesitas a alguien para dar formación en tu club, o que haga de equipo de adjudicación, podrás recurrir a muchas mujeres que conoces y que te han ayudado. El torneo se hace con muchísima ilusión, y con muchas ganas de que todo el mundo aprenda y tenga una gran experiencia. Esto hace que la ilusión de quienes prueban esta actividad, y la motivación crezcan. Y como ya he dicho, para este tipo de actividades que requieren tanto tiempo y trabajo, esto es primordial. Por lo tanto, cuanta más motivación e ilusión, más posibilidades de que esa novata entrene y trabaje para ser una gran oradora en el futuro, y formar parte de nuestro circuito.
Después de todo esto nos acercamos a la peligrosa pregunta que iniciaba este artículo: ¿por qué es necesario un torneo de mujeres?
Y mi instinto personal hubiera sido responder con un “¿Por qué es necesario que justifique por qué es necesario un torneo de mujeres?”. Pero hubiera sido un artículo muy corto. La propia pregunta, y la frecuencia con la que he tenido que responder a ella son factores indicativos de por qué es necesario.
Si se propusiera organizar un torneo de mujeres en Arabia Saudí, donde todos vemos que existe una discriminación activa y persistente a las mujeres, para que tengan oportunidad de debatir sin presión masculina, casi todos entenderíamos esto como algo bueno. La diferencia es de gradación. Sí es cierto que en España no hay la discriminación que la mujer sufre en otros países, pero si lo justificamos cuando hay una gran discriminación y por tanto un efecto grande, ¿por qué no hacerlo aunque la corrección que haya que hacer sea menor?
Creo que es necesario. Creo que es importante. Las críticas de “no sirve para nada” “ya se os reconoce”… son insuficientes y en mi opinión equivocadas. Y supongo que este artículo no va a convencer a nadie que no lo estuviera ya. Pero aunque no tengo esperanzas de que todo el mundo lo entienda, si tengo esperanzas de que todo el mundo lo respete.
Finalmente lo único que importa aquí y quienes serán las verdaderas juezas de lo importante y útil que es este torneo, son todas esas mujeres que este fin de semana dedicaron su tiempo y su esfuerzo en este gran torneo. Mujeres como Aida González, Ángela Portocarrero, Olivia Sundberg, Juncal León, Marta Pou, Verónica Salinas, Carmen Vallecillo, Paula Rodríguez Rivas, Juanita Hincapié, María…
Todas las mujeres que han participado, juzgado, formado… Tienen mi eterna admiración y agradecimiento. Gracias a todas las que habéis hecho este torneo posible, y a todos los que nos habéis apoyado.
Quiero, por último, dedicar este artículo, si se me permite la licencia, a la mujer que ha sido el primer gran ejemplo para las debatientes en este circuito. Que ha roto todo techo de cristal que se le ha puesto por delante: Irene Miguelsanz.