Ante un dolor abdominal persistente, reaccionamos acudiendo al médico. No obstante, ¿cómo nos comportamos ante un sangrado de encías o una acumulación de sarro? Lamentablemente, no solemos concederle la misma importancia, ya que, para la mayoría, esta no es razón para acudir al odontólogo, en parte por el escaso conocimiento sobre salud oral, y, principalmente, por el coste de la consulta y tratamientos. Sin embargo, la salud bucodental no se debe ignorar. Debemos entonces cuestionarnos, ¿se debería incluir la salud bucodental en la cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud?
Según el Consejo General de Dentistas, solo la mitad de los españoles acuden al odontólogo anualmente; la caries afecta a 35 millones de españoles y la enfermedad periodontal a 9 millones. Ello se relaciona claramente con el sistema, ya que en España no hay servicios odontológicos universales, existiendo solamente el Plan de Salud Bucodental, que incluye a embarazadas, niños de hasta 14 años, pacientes de cáncer de cabeza y cuello… A nivel autonómico, en ciertos centros de salud trabajan odontólogos y hay convenios para la salud bucodental de los niños. Aunque estos planes están diseñados para ayudar a pacientes de riesgo, dejan a millones de españoles sin cobertura gratuita, quienes igualmente sufrirán patologías orales. Por los elevados precios, ir al dentista es un esfuerzo para los españoles, y, más aún, para las clases socioeconómicas más bajas, que presentan las mayores tasas de enfermedad bucodental y son el grupo que recibe menos tratamiento. Entre las repercusiones de la enfermedad y su evolución se encuentran infecciones sistémicas, pérdida de dientes, pérdida de peso… En resumen, pérdida de calidad de vida ¿No es lógico, entonces, en un estado de bienestar invertir en salud bucodental para asegurar la salud y evitar complicaciones, independientemente del poder adquisitivo?
Esto sería lo ideal, pero debemos atenernos a la realidad. Acudir al odontólogo es costoso porque los materiales cuestan miles de euros y su trabajo es complicado. Según estudios, el incluir la salud bucodental en los servicios del SNS incrementaría el gasto público en 5345 millones de euros, además de las complicaciones de gestión con las comunidades autónomas y con odontólogos, que pasarían de un negocio privado a un sistema público, lo cual generaría conflicto entre algunos. Pero se plantea una alternativa, que algunos defienden como más útil: invertir en educación; prevenir mejor que curar. Salvo problemas congénitos o situaciones de riesgo, los problemas orales más frecuentes se pueden evitar: los profesionales dentales saben que la población comete fallos en la técnica de cepillado, frecuencia, productos a utilizar…, lo cual se puede corregir si se recibiera instrucción y consejo a todas las edades. Los profesionales serían compensados por sus servicios divulgativos, pero estos serían claramente mucho más económicos que garantizar tratamiento universal; además, los pacientes evitarían intervenciones molestas previniendo la patología, y odontólogos e higienistas cumplirían un rol gratificante y necesario. Claramente, seguirían existiendo las enfermedades orales y se tendrán que tratar, pero su incidencia sería significativamente menor.
Así pues, el debate está servido.