Poco a poco, en los últimos años, el deporte femenino ha ido alzándose y siendo cada vez más respaldado por los organismos. Hace diez o incluso cinco años, el fútbol femenino era totalmente desconocido para gran parte de la población española, más allá de los que vivían de este deporte o quien se ponía un partido de un mundial en Eurosport. Pero desde hace un par de años algo ha cambiado y distintos deportes, sobre todos los mayoritarios, están empezando a tener más fuerza. Este pequeño impulso, tanto por empresas privadas como públicas, hace pensar a más de uno que se están haciendo grandes logros por el deporte femenino pero, ¿es así?
Me gustaría centrarme en los deportes mayoritarios, siendo en nuestro país el fútbol por antonomasia. Este deporte mueve a millones de espectadores por todo el mundo y en España podría tildarse para muchos casi de religión. En ella podemos ver, sin necesidad de datos, una gran diferencia tanto en difusión como en salarios. Los jugadores de fútbol profesional y sus clubes tienen un movimiento de grandes sumas de dinero frente al fútbol femenino. Este hecho se suele responder normalmente con la oferta y la demanda, pero realmente podemos comprobar que no tiene que ser así.
Según datos del año 2018, el Atlético de Madrid Femenino recibió de la Federación 1352,28 euros por ganar la Liga Iberdrola. Sin llegar a entrar en la evidente comparación que tiene con los grandes equipos, el campeón de la Copa Federación, una competición entre clubes de Segunda ‘B’ y Tercera División, recibió de la Federación 90.000 euros.
¿Tiene mayor difusión televisiva o de entradas un simple partido de la Copa Federación frente a uno de la Liga Iberdrola? Las noticias que nos han abordado los últimos años nos han demostrado que la audiencia es cada vez mayor en el deporte femenino y lo que perciben estas jugadoras, las cuales tienen que compaginar casi siempre el fútbol con otro trabajo, demuestra que la igualdad no existe dentro de nuestro deporte mayoritario.
En ningún momento se puede negar que las grandes divisiones de fútbol o baloncesto generan más dinero en el deporte masculino que el femenino, pero las diferencias siguen siendo enormes por mucho que se nos incite a pensar lo contrario por parte de los grandes medios. Sin ir más lejos, la Universidad Carlos III ya reflejó en su día la diferencia del 5,11% del espacio destinado al deporte femenino frente al 92,2% al deporte masculino.
Las diferencias no son solo económicas sino que son también visuales, y es injusto mirar hacia el deporte femenino solo cuando logran grandes hitos, como este verano la Selección Española femenina en el Mundial de Fútbol. “Esto no es una moda, es una realidad”, decía Jorge Vilda al pisar territorio español dejando ver que hay que dar muchos pasos para que realmente el deporte femenino, entre ellos el fútbol, esté donde debe estar y se le dé realmente un impulso.
Así pues, el debate está servido.