
Cuando escuchamos “crisis en la fe”, se nos viene a la cabeza que vamos a hablar sobre la religiosidad (lo cual podría echar para atrás a alguno). Sin embargo, en este caso nos referimos a otra crisis en la fe: una en la que cada vez tenemos menos confianza, menos creencia, menos fidelidad a lo que nos dicen o nos transmiten ciertos expertos, sobre todo cuando nos lo transmiten en persona y no a través de nuestra herramienta más usada, internet. Pero ¿esto es un verdadero problema o simplemente los tiempos cambian y quienes antes eran un referente de autoridad ya no lo son?
Imaginemos que llegamos a un médico especialista. Tras un estudio completo de nuestro estado nos da la dura noticia de que sufrimos una enfermedad rara. Él, como médico especialista, nos explica todo sobre esta enfermedad y nos da una lista de libros y folletos para que entendamos lo que nos ocurre. Quien nos ha dado esta noticia y estos documentos no es un cualquiera, es un profesional formado durante toda su extensa vida de estudio de estas enfermedades. Sin embargo, nosotros dentro de toda nuestra desorientación que sufrimos por la dura noticia, lo primero que se nos ocurre hacer, en vez de quedarnos con los documentos y entender toda la información, es hacer una rápida búsqueda en internet de los síntomas y lo que el médico nos ha dicho. En esta incursión en la red, en el primer enlace un usuario de internet nos dice que no tenemos esa enfermedad, que en realidad es todo una invento del gobierno que nos fumiga, otro usuario nos dice que es en realidad un desorden de astros que nos están haciendo daño por algún que otro planeta retrógrado. Esta información es completamente contradictoria a la medicina e incoherente con la realidad, sin embargo nos la creemos y en ella depositamos nuestra fe, sin ponerla en tela de juicio, pero en contrapartida al médico especialista no le otorgamos esa misma fe .
De manera similar ocurre con un historiador, que lleva estudiando y desarrollando su campo de estudio en la época de la reconquista de España, nos cuenta la perspectiva histórica, los acontecimientos que ocurrieron y todo el desarrollo del suceso histórico. Nosotros en nuestra sed de conseguir más información decidimos buscarla y acudimos nuevamente a internet, donde dice todo lo contrario y que la versión del historiador es una versión politizada y sin validez alguna, porque es la versión “facha” o “roja” de la historia. La sociedad tiende a poner en duda al historiador y no darle fe a su versión, porque es lo que dice un usuario de internet, porque si lo pone en internet siempre será verdad, y le damos nuestra fe.
Es claro que la fe que antes poníamos en las personas preparadas ahora se encuentra en las manos de internet, pero ¿esto implica que sufrimos una crisis en la fe?
Así pues, el debate está servido.