“Empezó en 2014 con poquita gente pero con muchas ganas de debatir y aprender y, año tras año, nos fuimos apuntando más y yendo a más torneos hasta llegar a la actualidad. El GAD ya es un grupo consolidado en el panorama nacional de debate y se ha dejado ver en algún que otro torneo internacional, además de tener su merecido reconocimiento por parte de la Facultad de Derecho y de la Universidad y haber participado en 2 CMUDE.” Judith Castro acaba de resumir a la perfección el proceso de consolidación experimentado por este club.
Sabemos que a lo largo de estos últimos años el mundo del debate ha crecido de forma exponencial y poco a poco se han ido creando nuevos clubes, que a su vez han ido desarrollándose dentro de este sector. Esto es lo que ha sucedido con la GAD- UAB.
Todo empezó en 2014, como nos decía Judith, pero no de forma casual. Se dieron las condiciones adecuadas para ello. Por un lado, las ganas del alumnado de debatir más allá de la liga universitaria de la Xarxa Vives que en su momento era el exponente máximo en esta actividad. Y por otro, la disposición del equipo decanal y de parte del profesorado. Eso sí, lo que comenzó en 2014 como una liga menor de debate jurídico, acabó institucionalizándose en 2015 como un club de debate, GAD-UAB.
Álex D. Pérez fue uno de los primeros interesados: “Recuerdo estar en una clase de Derecho internacional privado y que el profesor nos comentase la posibilidad de participar en un debate. Buscaba gente interesada.”. Aunque no es el único. Como él, podemos encontrar a Jordi Farnés, quien empezó a raíz del doble grado de ADE y Derecho, Pol Ribas y Álex Martínez empezaron a raíz de una asignatura de derecho, … Podemos decir, entonces, que la Facultad de Derecho ha amadrinado este proyecto, en especial, Esther Zapater (decana de la facultad).
Ahora entiendo por qué Javier Martínez definió en sus inicios que el club lo componían oradores honestos, humildes y con humanidad. No hay duda de que el trabajo, la ayuda mutua, la constancia, la magia, el orgullo, la iniciativa, … son las palabras que mejor definen a este club.
“Creo que a todos nos sirvió para creer más en nosotros mismos y en consecuencia poder luchar por aquello que queríamos, no solo en el debate, sino en general, en nuestra vida.” Anota Bea Núñez, que ahora se considera así misma “simple espectadora”. Pese a ser un joven club el sentimiento de orgullo por el crecimiento no falta, y cuando los “antiguos” miran hacia atrás y ven a lo que hoy día se ha llegado, esa sensación parece ser indescriptible. O, al menos, ningún debatiente es capaz de hacerlo (y mira que es difícil dejarnos sin palabras).
Aunque esto no sería posible sin una organización que estuviese preocupada detrás. En este caso, representado bajo la figura de Margarita Bonet, considerada por muchos como la madre de “esa pequeña familia” que conforma el club de debate. Crear oportunidades se convierte en la primera motivación. Y pese a “no tener la fórmula perfecta” en lo que respecta sobre coordinación (según la propia Margarita), todo avanza con grandes resultados. La colaboración en distintos ámbitos y proyectos, por parte de los alumnos que con el paso del tiempo van adquiriendo experiencia y con ello responsabilidades, junto con la aprobación de la Decana, forman el equipo perfecto para conseguir todo lo que se proponen. Como me contaba Bea Núñez, la primera vez que recaudaron dinero para la actividad fue colocando un stand para vender comida y bebida en la fiesta mayor de la universidad y, pese a no recaudar gran cosa, no faltaron las risas. Esto ha motivado el sentimiento de equipo entre veteranos y novatos, creando un ambiente donde el crecimiento es la línea argumental.
Tanto es así que no solo ha aumentado la presencia de este club a nivel nacional, sino que comienzan a acumular unos cuantos trofeos en su vitrina, además de su participación en los CMUDE, a nivel internacional. Marcando tendencia con esas corbatas tan características que ya les sirven como uniforme y que les hace fácilmente reconocibles. Parece que sus aparentes “limitaciones”, como dice Margarita Bonet, no les frenan en este camino de “aprendizaje vital” y es obvio que están orgullosos de lo conseguido.
Bueno, no todo iba a ser debate. Podría decirse que tienen distintas actividades formativas, las de promoción o colaboración con el funcionamiento de la facultad, las de financiación y las competiciones. Presentación de la facultad al nuevo alumnado, ayudar a los profesores de una asignatura llamada instrumentos para el estudio, el desarrollo de una asignatura propedéutica, una actividad de promoción de los estudios jurídicos con simulaciones judiciales para alumnos de bachillerato, cursos de verano de introducción al derecho, al debate o simulaciones parlamentarias, organizando conferencias y una larga lista que representa el intento de adquirir competencias que puedan ser relevantes, sobre todo, para incorporarlas a la vida profesional. Gracias a este tipo de iniciativas se trasladan las oportunidades a estudiantes y profesores de secundaria, y no todo queda a nivel universitario.
Y después de todo esto que os he contado, posiblemente no creáis que son entorno a 25 los alumnos que componen el club y que no poseen una sede en sentido de espacio físico. Pues bien, esto es lo que se ve como “especial”. Cuando preguntaba a muchos de los debatientes que forman o formaron parte del club sobre qué es lo que les diferenciaba del resto, todos coincidían en la misma idea, aunque la expresasen de la misma forma. “Tenemos un sentimiento de identidad con el grupo porque hemos aprendido a valorar el valor de las pequeñas cosas, ya que desde el inicio nos hemos tenido que hacer un lugar en el debate nacional e internacional desde cero”. Pol Ribas resume a la perfección ese “estilo” de afán de superación que mantiene al club vivo (y que en parte también a los debatientes).
Bueno, llegados a este punto del reportaje me gustaría invitarles, no a dar un paseo por lo que ha sido este debate, sino a que se atrevan a conocer más sobre este club y que no les “eche para atrás” el idioma, porque lo que transmiten no está solo en catalán, sino sus valores son tan reales que están en un lenguaje universal.