Lo primero de todo, muchas gracias por dedicarnos tu tiempo para nuestra sección especial de análisis. Nos gustaría comenzar con una pregunta general, ¿en qué consiste tu trabajo?
Soy magistrada del juzgado de lo penal y llevo 25 años casi de ejercicio en la carrera judicial. Ya sabéis que la carrera por ingreso se puede elegir entre pertenecer a la carrera judicial y a la carrera fiscal, y yo siempre tuve claro que mi vocación era la judicial, desde niña. Mi trabajo consiste fundamentalmente en administrar justicia. Eso es así de sencillo y resumido en lo que consiste.
Como sabes, esta sección trata de conversaciones difíciles que tienen algunos trabajos en su día a día y entendemos que, sobre todo, en tu trabajo se dan. Entonces, ¿cómo lidias con estas conversaciones difíciles que te presenta tu carrera?
Ten en cuenta que el trabajo se despliega en un doble ámbito. El primero es la oficina judicial, que la formamos tanto el cuerpo de funcionarios, que son tres escalas -los gestores, los tramitadores y los auxilios- y cada uno tiene funciones diferentes, y el letrado de la Administración de Justicia que asume diferentes competencias, pero entre ellas él es el jefe de personal, no soy yo. Y después, la función, digamos, del pico de la pirámide, que es el juez.
Estas conversaciones difíciles surgen de vez en cuando, porque hacer que un juzgado funcione y se note en la sala de vistas, que ahí es donde se nota si el juzgado realmente funciona, requiere un engranaje de trabajo de todos. Junto al gestor se encuentra el otro funcionario más de base, que es el tramitador, que digamos que es como más organizador de papel, y después se encuentra la escala más inferior, que son los funcionarios de auxilio, que tiene un cometido importantísimo en el juzgado, para mí son mis pies y mis manos en la sala de vista. Entonces estas personas controlan todo el papel que llevan, que hay que entrar al juzgado, ordena al juzgado, un juzgado ordenado es fundamental para todos, para mí en la sala de vistas y para ellos, para todos los profesionales que quieren ser atendidos, quieren que su caso esté controlado y esté bien llevado.
En el juzgado, lo importante para mí es tan importante como para ti o para el que entra por la puerta. El primer tema de conversación difícil como juez es hacer cómo quieres que se lleve tu juzgado, cómo quieres que esté el control del papel, la limpieza del expediente, lo bien que se pueda trabajar, la instrucción que tú das…
Yo procuro que conversaciones difíciles sean las justas y que en el ambiente de trabajo sea bueno, porque es la mejor forma de que todos nos entendamos y de que, como se dice ahora, que fluyamos. La mayoría de mis funcionarios son jóvenes, y yo tengo muchas experiencias en penales, pues prácticamente toda mi carrera judicial la he desarrollado en juzgados penales y entonces creo que ellos, en ese sentido, se sienten seguros de que están con una juez que sabe encarrilar un poquito la tramitación del procedimiento.
La segunda conversación difícil es en la sala de vistas. Cada abogado tiene su juicio, quiere su tiempo, su dedicación, su comprensión y su línea de defensa. Si la línea de defensa es correcta, pues perfecto, porque la sentencia va a ser a favor de sus pretensiones, bien sea la defensa o bien sea compartiendo la acusación con el Ministerio Fiscal o a veces en solitario. En otras ocasiones, la sentencia no es el desarrollo del juicio. De ahí derivan conversaciones difíciles para hacer entender a otros profesionales, fundamentalmente abogados, abogados del Estado o incluso al Ministerio Fiscal, que no se le admiten pruebas o que hay que ir cortando el interrogatorio porque ya no da más de sí, porque ya no conduce a nada, o lo dejas hablar y después ya cuando pones la sentencia, no es todo lo idílica que pensaba que podía ser, con un sentido diferente y yo creo que, en ocasiones, todos saben si la cosa va mejor o peor.
De todas esas cosas que has mencionado, ¿cuál te parece la parte más difícil de ser jueza si tuvieses que quedarte con una?
No sé qué decirte, es que es una profesión tan compleja… La gente me dice: “Qué difícil tiene que ser poner una sentencia”. Una sentencia, conociendo el derecho y los procedimientos penales, la jurisprudencia, etc. te requiere mucho tiempo de estudio, de redacción, de valoración… pero al final terminas plasmándolo. Para mí, en ocasiones es más difícil dirigir un juicio donde hay mucha contraposición de intereses. La gente está muy empecinada y las líneas de defensa están muy contrapuestas entre las partes, y mantener esa situación de relajación en la sala de vistas para que yo me entere bien de lo que está pasando es muy difícil. La gente está muy nerviosa. La sala de vista muchas veces es un reflejo de lo que hay fuera.
Hace tiempo hablamos con la unidad de VioGén y nos explicaron cómo intentaban separar la vida personal de la profesional. ¿Tú cómo lo haces para no llevarte trabajo a casa?
Yo me llevo trabajo a casa. Me llevo dos tipos de trabajo a casa: el físico y este portátil del trabajo. Materialmente yo tengo que sacar sentencia. He establecido las tardes de los domingos como una dinámica de trabajo a la que te acostumbras y no solamente para sacar sentencia, sino que tienes que formarte. Hacemos muchos cursos online por la tarde, y si en un asunto tienes que ver la jurisprudencia, pues te la tienes que ver con toda la tranquilidad de tu casa.
Después hay otra forma de trabajo: el que te llevas de casa a la cabeza, y es el que siempre te acompaña, el que has visto y la sentencia va a esperar a ponerlo en un par de días. Son cosas muy impactantes y que requieren mucho tiempo y dedicación. También son cosas simples, pero que se te quedan en la cabeza y tú crees que las has olvidado y de repente un año y medio después cuando ya se han terminado los recursos y ha bajado firme la sentencia de la Audiencia Provincial, salta en prensa y dices: «Esa es mi sentencia”, y te acuerdas de ese famoso caso. Estás conduciendo, estás escuchando la radio, llegas a tu casa y vuelve a tu cabeza.
Eso también liga con otro par de preguntas. Lo primero, ¿qué es lo más difícil de dictar una sentencia para ti? ¿Qué es lo más complicado?
Yo procuro que la faceta personal mía no se plasme en la sentencia. Ten en cuenta que yo tengo que ser lo más imparcial posible. Yo procuro poner la sentencia desde un punto de vista social, en el sentido de que sea una sentencia acorde a los tiempos en los que vivimos y que la persona se entere. Yo quiero que la persona, cuando lea su sentencia o se la explique su abogado, se entere. Cargo de conciencia, ninguno. Yo no dicto las sentencias pensando en que voy a tener o no voy a tener cargo de conciencia; lo hago pensando en que debe ser así. Es justo si lo recoge la ley, si hay una serie de requisitos que no cumple, ya está.
El margen de discrecionalidad que nos queda a nosotros, procuro siempre llenarlo con una faceta social. Por ejemplo, en ocasiones a la persona le damos una libertad o no se la damos. “Tiene dos antecedentes penales pero son de distinta naturaleza. Venga, anda, mejor aquí que ingresado». Si el Código Penal lo permite, lo dejamos. «Hay que ponerle algo a esta persona: ¿una multa o unos trabajos en beneficio de la comunidad? Podemos poner los trabajos y así los ponemos a trabajar”.
Y para acabar, queremos hacerte otra pregunta relacionada con lo que comentabas antes. ¿Cómo lidias con las atrocidades que ves en el día a día en los casos?
Es difícil, ¿eh? Es difícil. Yo, como madre, como hija, adulta, casada o no estás casada… Digamos que hay que saber ponerse un parapeto delante, gestionar tu falta personal y tu emotividad cuando te da cosas muy sensibles. Es verdad que como madre y como hija, ves a personas enfrente de ti pasándolo mal y lo pasas mal, pero procuras que te dure lo justo porque tu función es administrar justicia y tienes que hacerlo con imparcialidad y sabiendo que uno es más sensible, el otro tiene un problemón porque está acusado… Yo confieso que en algunas ocasiones, cuando llego a mi casa, no tengo ganas de comer porque el estómago se me ha hecho trizas. He visto cosas muy duras y sobre todo cuando se tratan de niños o de personas muy mayores y los ves engañados, estafados, maltratados… Los temas de abuso, de agresiones sexuales son muy dolorosos. Ahí está el parapeto: en el saber estar en tu sitio, el mantenerte y el ser siempre objetiva.
Pues muchísimas gracias, ha sido un placer hablar contigo y ojalá todo el mundo aprenda un montón de lo que también es un trabajo de conversación difícil.
Sí, es una profesión muy bonita, muy dura. Yo creo que es una profesión vocacional, bajo mi punto de vista. ¿En qué momento surge la vocación? No te lo sé decir. A mí me surgió muy temprana. Mis amigas me recuerdan con 12 o 13 años, y yo ya hablando de querer ser juez. En mi casa no hay nadie relacionado ni con la judicatura ni con la administración de justicia, nadie. Pero yo quería serlo. Hay gente a la que la vocación le surge durante la carrera. Hay de todo.
Muchas gracias por habernos atendido tan amablemente.
Gracias a vosotros.